Los expertos casi siempre se burlaron de la idea de que las bacterias intestinales afecten nuestra salud mental. Sin embargo, la evidencia creciente sugiere que los microbios intestinales influyen profundamente en nuestro pensamiento y comportamiento. Quien haya vomitado antes de hablar en público alguna vez sabe de qué se trata. Ahora cada vez hay más ensayos para investigar cómo los microbios intestinales aumentan nuestro bienestar general.
Si los resultados son los esperados, las nuevas terapias basadas en bacterias podrían abrir la puerta a los tratamientos de salud mental, que han estado prácticamente estancado durante décadas.
“Los tratamientos actuales no son excelentes”, dice la psiquiatra e investigadora de microbios de la Universidad de Calgary, Valerie Taylor en declaraciones a Discoverymagazine. “Cuando funcionan, muchos de ellos son intolerables. La gente está desesperada” y, por eso, los tratamientos con microbios intestinales abre una puerta a la esperanza.
Hipócrates, a quien se le atribuye haber dicho que “todas las enfermedades comienzan en el intestino”, especuló que la bilis negra se derramaba del bazo hacia los intestinos y provocaba estados de ánimo oscuros.
Teorías como estas se volvieron más sofisticadas a lo largo de los siglos a medida que los científicos aprendían más sobre los microorganismos en el intestino humano. A día de hoy, y gracias a los datos de la secuenciación rápida del genoma de las bacterias intestinales se ha revelado que los microbios realizan una serie de tareas corporales. Otros estudios han demostrado cómo algunas bacterias podrían afectar la salud mental.
Para empezar, las bacterias en su intestino producen alrededor del 90 por ciento de la serotonina en su cuerpo, esa que llamamos hormona de la felicidad y que regula el estado de ánimo y el bienestar.
En los últimos años, varios laboratorios han comenzado a informar que las bacterias intestinales producen una mezcla heterogénea de compuestos que afectan la mente, positiva y negativamente. Algunas bacterias del género Clostridium generan ácido propiónico, que puede reducir la producción corporal de dopamina y serotonina que mejoran el estado de ánimo. Los microbios como las bifidobacterias mejoran la producción de butirato, una sustancia antiinflamatoria que mantiene las toxinas intestinales fuera del cerebro. Otras especies producen el aminoácido triptófano, un precursor de la serotonina que equilibra el estado de ánimo, publica el citado medio.
En lugar de pasar del intestino al cerebro a través del torrente sanguíneo, algunos de estos químicos afectan al cerebro a través de canales intermedios, dice la psicóloga de investigación clínica de la Universidad de Pittsburgh, Lauren Bylsma. Uno de los principales, el nervio vago, funciona como una superautopista de comunicación entre el cerebro, el intestino y otros sistemas de órganos del cuerpo humano. Si bien los investigadores continúan mapeando el funcionamiento de lo que han denominado el "eje intestino-cerebro", muchos ya piensan que es una importante vía potencial para el tratamiento de salud mental. Los psiquiatras señalan ya sobre las causas de enfermedades mentales como la depresión y “una lista de 10 mecanismos", dice Philip Strandwitz, cofundador y director ejecutivo de la empresa de biotecnología Holobiome.
Desde que el concepto del eje intestino-cerebro se generalizó, los laboratorios han acumulado cada vez más evidencias. No obstante, incluso cuando los científicos destacan este tipo de conexiones entre los tratamientos de microbios intestinales y la mejora de los síntomas, la cuestión de la causalidad ha persistido.
Varios estudios innovadores desde 2016 muestran que los trasplantes fecales pueden moldear profundamente el comportamiento, según Bylsma y Taylor. Cuando los ratones de un estudio chino recibieron trasplantes de heces de otros ratones sanos, su comportamiento permaneció sin cambios. Pero cuando los ratones recibieron trasplantes fecales de donantes con signos de ansiedad y depresión, los ratones comenzaron a mostrar signos de alteración del estado de ánimo.
Un estudio separado publicado en Molecular Psychiatrymostró que los ratones que recibieron trasplantes fecales de humanos deprimidos también desarrollaron síntomas depresivos. Por otro lado, los ratones estresados en un estudio de 2019 recibieron trasplantes de animales no estresados y comenzaron a actuar menos deprimidos. Al cambiar el microbioma intestinal, los investigadores "pueden cambiar el comportamiento de los roedores", dice Bylsma, que no participó en los estudios. "Eso implica que hay un efecto causal".
Por supuesto, reducir los síntomas similares a los de la depresión en ratones está muy lejos de implementar un tratamiento de salud mental basado en el intestino para las personas.
El enfoque actual de Taylor es el trasplante fecal, es decir, un intercambio de caca de persona a persona. Taylor ha iniciado dos ensayos de trasplante fecal a pequeña escala, con personas con trastorno bipolar y con personas con depresión.
Los estudios en humanos sobre la terapia probiótica oral están un poco más avanzados. Una encuesta ha revelado que las cepas de Bifidobacterium y Lactobacillus mejoraron los síntomas depresivos en general, mientras que otros estudios muestran efectos similares sobre la ansiedad. Un estudio australiano publicado en 2017 incluso sugiere que una dieta rica en bacterias beneficiosas puede eliminar la depresión en más de un tercio de las personas. Los microbios también se han mostrado prometedores para los trastornos de salud mental menos comunes: en un artículo de 2019 sobre un ensayo japonés, 12 de 29 participantes con esquizofrenia que ingirieron una cepa específica de Bifidobacterium vieron cómo sus síntomas de depresión y ansiedad desaparecían en cuatro semanas, según informa Discoverymagazine.
El microbiólogo Jeroen Raes cree que el cosmos de los microbios intestinales que afectan al cerebro humano puede ser incluso mayor de lo que sugieren estos ensayos iniciales. Raes y su equipo en el Centro de Microbiología VIB-KU Leuven de Bélgica han recolectado muestras de caca de más de 1,000 personas y han descubierto que las personas con más microbios intestinales productores de butirato, como ciertos tipos de Faecalibacterium y Coprococcus, tienen una mejor calidad de vida, mientras que las personas con niveles más bajos de Coprococcus tienen más probabilidades de estar deprimidas.
En última instancia, Raes predice la aparición de una especie de terapia probiótica que los investigadores llaman "psicobióticos". En ese universo de tratamiento potencial, a las personas con depresión, ansiedad u otros problemas de salud mental se les secuenciaría rutinariamente sus microbiomas intestinales.