“Mediante ingeniería social, un ciberdelincuente puede conseguir el último dato que le falta”, advierte Javier Sanz, experto en ciberseguridad y más conocido como JaviZone. Con las filtraciones de datos que han sufrido grandes empresas e instituciones, “son capaces de ganarse la confianza del usuario y sustraer información para cometer un fraude”. De hecho, este es para él uno de los principales problemas: el exceso de confianza de los usuarios en la red.
Precisamente, Sanz advierte de que, en cuestiones de ciberseguridad, “el eslabón más débil siempre es el ser humano”. Es decir, que cuando se produce un ataque en una empresa o administración “en el 99% de los casos la infección es por una negligencia humana: o bien porque han clicado donde no deberían, o han metido una contraseña en un lugar no seguro…”.
El 11 de febrero se celebra el Día de Internet Segura, una jornada en la que se abordan las vulnerabilidades, especialmente entre los jóvenes y adolescentes. Precisamente, uno de los principales peligros entre los menores de edad es el sexting. “Mandar una fotografía a un desconocido es muy poco recomendable, y mucho menos si es subida de tono”, explica Sanz.
En su caso, él es padre y, cuando sus hijos sean adolescentes les obligará a tener las cuentas privadas en redes sociales hasta los 18 años. La primera premisa es salvaguardar su privacidad: “no creo que sea conveniente que ningún menor tenga una cuenta pública donde aparezcan sus vídeos, fotos, hábitos o rutinas”, resume.
Además, considera también que debería legislarse una edad mínima para entrar en redes sociales “y obligar a registrarse con el DNI y un selfie”, aunque reconoce que es “muy difícil” que se pueda llegar a controlar.
Los contenidos a los que acceden los menores se pueden controlar de dos formas: mediante software o mediante redes wifi domésticas. En su caso, además de las herramientas habituales de control parental “tengo una red inalámbrica para mí, otra para invitados, otra para mis dispositivos y otra para mis hijos”. Esta última, además “filtra cualquier tipo de página que no sea apta para ellos”, explica Sanz.
“Los cuerpos y fuerzas de seguridad deberían tener un conocimiento medio de nuevas tecnologías” y, según Sanz, “hace falta mucha formación”. Es decir, que el conocimiento sobre delitos informáticos, como el phishing, llegue a todas las comisarías para poder ayudar a la hora de poner las denuncias.
Y luego también debe “hacerse pedagogía en las escuelas”. Y más, según el experto, sabiendo “todo lo que viene con la inteligencia artificial y las nuevas herramientas de plantación de identidad”.
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