Muchas veces el diseño adictivo de las redes sociales hace que pasemos demasiado tiempo frente a las pantallas, una actividad que puede ser especialmente perjudicial para los jóvenes, aunque también está ampliamente generalizada entre los adultos. Uno de esos inventos que contribuyen a la adicción es el conocido como ‘scroll infinito’, que muchos expertos y también los reguladores europeos han puesto en el punto de mira en los últimos meses.
Es muy fácil entender cómo funciona: consiste en proporcionar contenido de forma continuada al usuario, que se puede pasar horas desplazando hacia abajo. Ocurre en la mayoría de redes sociales, y su objetivo inicial era hacer la experiencia más agradable y fluida. En los inicios de internet, Facebook dividía las publicaciones en diferentes páginas, lo que obligaba a los usuarios a tener que hacer clic de forma activa para continuar viendo contenido. Con el ‘scroll infinito’, en cambio, el usuario ya no debe hacerse la pregunta de si desea avanzar a la siguiente página, porque el contenido no deja de actualizarse de forma ilimitada.
Google, por ejemplo, tomó hace poco la decisión de eliminar esta funcionalidad de su buscador, ya que consideró que tenía más inconvenientes que ventajas para sus usuarios. Como curiosidad, el inventor de esta funcionalidad, Aza Raskin, llegó a comparar este sistema con la “cocaína conductual”.
Si a este mecanismo le sumamos la reproducción automática de vídeos y las notificaciones, tenemos el cóctel perfecto para las distracciones.
El diseño adictivo de estas aplicaciones ha demostrado desencadenar problemas de atención y puede incluso llevar a experimentar consecuencias más graves para la salud mental. Al final, provoca la activación en el cerebro del circuito de recompensa, con la liberación de dopamina, una hormona presente también en múltiples adicciones.
Un informe del Parlamento Europeo advierte sobre los efectos que puede tener en la salud mental la adicción a las redes sociales: “su diseño adictivo puede provocar daños físicos y psicológicos (pérdida de concentración y habilidades cognitivas, estrés, depresión…)”. Desde Bruselas también proponen ampliar la regulación al respecto, ya que las leyes de inteligencia artificial y de servicios digitales han demostrado ser insuficientes. Si consideras que padeces una situación de estrés o ansiedad provocada por una ‘hiperconexión’, es recomendable acudir a un profesional de la salud mental para que evalúe la situación.
El divulgador Johann Hari aborda esta problemática en ‘El valor de la atención’ (2023), un ensayo que es una investigación sobre la adicción a las pantallas y sus mecanismos de diseño que nos mantienen pegados a ellas, entre ellos el ‘scroll infinito’. Él mismo intentó ‘desintoxicarse’, una tarea imposible para la mayoría de las personas, que dependen del teléfono móvil para el trabajo y para mantener sus relaciones sociales. Después de pasar varios meses ‘offline’, le fue imposible mantener la distancia con sus dispositivos digitales.
Un poco más académico es el libro ‘Clics contra la humanidad’ (2021), del filósofo James Williams. Él abandonó su puesto en Google para investigar sobre las consecuencias de las pantallas y los mecanismos que aprovechan nuestras vulnerabilidades psicológicas.
Al final, todos ellos llegan a la conclusión de que la voluntad personal muchas veces es insuficiente para superar el diseño adictivo, y que este solo se podrá combatir con legislación y haciendo partícipes a los usuarios del proceso de diseño de la tecnología.
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