Una donación siempre es un acto personal, voluntario y, generalmente, altruista; un acto de generosidad que busca ayudar a las personas de nuestra comunidad de la forma que sea, tanto si lo que se dona es ropa, comida u otra cosa. Así sucede con las donaciones de sangre, capaces de salvar vidas o mejorar las condiciones de vida de quien reciben esa donación.
Quienes donan su cuerpo a la ciencia están contribuyendo al estudio y la investigación, además facilita a los estudiantes de diferentes disciplinas hacer prácticas y mejorar su formación. Además de beneficiar a los estudiantes, también los profesionales ya formados podrán probar nuevas técnicas sin poner en riesgo la vida de nadie.
Toda persona mayor de edad puede donar su cuerpo a la ciencia, eso sí, es necesario cumplir con algunos requisitos previos, como ser mayor de edad y estar inscrito como donante, algo que se puede revocar en cualquier momento de la vida si se arrepiente o es algo que ya no quiere hacer.
Quienes se están formando como cirujanos y médicos, investigadores, enfermeros y fisioterapeutas, entre otros, aprenden mucho gracias a los cuerpos que son donados a la ciencia. El proceso de donación comienza, tal y como recogen en ABC, cuando el donante acude a la universidad y declara su voluntad de donar su cuerpo, algo que debe ser una decisión personal. En cada centro existen diferentes normas que hay que cumplir, pero una vez firmado el acta y registrado en la base de datos, estará todo establecido.
Una vez fallecido el donante, la familia tendrá que poner en conocimiento de la facultad lo sucedido, serán ellos quienes se encarguen de costear el traslado del cuerpo y la incineración. La universidad se encargará de respetar el anonimato del donante y de embalsamarlo para conservar el cuerpo, en ocasiones también se congela. En general, la vida útil de un cuerpo suele ser de dos años.
Puede ser donante toda persona mayor de edad con capacidad de entender el proceso de donación, pero también pueden ponerlo en marcha sus familiares directos si conocían los deseos del fallecido de tomar esta decisión. La mayoría de los cuerpos son válidos para la donación, pero hay algunos casos en los que no es así.
Por ejemplo, se rechazaría el cuerpo en caso de muerte no natural, violenta o sospechosa de criminalidad que precise una autopsia, también en los casos de muerte natural en los que se haya realizado una autopsia, amputación o cirugía extensa, tal y como recogen en la página web de la Comunidad de Madrid.
Si se extraen órganos para su trasplante (salvo córneas), se ha padecido una enfermedad infecciosa de alto riesgo o alguna patología concreta que la facultad considere que hace al voluntario no apto. No se aceptará la donación si es imposible un mantenimiento adecuado del cuerpo o si la familia tarda más de 24 horas en comunicar el fallecimiento. Como señalábamos antes, cada universidad establece sus propias normas, por lo que el voluntario deberá conocerlas bien al acudir a inscribirse como donante.