Los obstáculos que impiden que los robots hagan las tareas del hogar por nosotros

La petición de la escritora Joanna Maciejewska todavía resuena en las redes sociales: “Quiero que la IA haga la colada y lave los platos para que yo pueda dedicarme al arte y a escribir”. Esta frase solo será posible en el momento en el que esta inteligencia artificial tenga brazos y, lo más difícil: piernas.

Son unas cuantas las compañías estadounidenses que están tratando de hacer realidad el sueño de Maciejewska y el de tantos humanos: incorporar la IA generativa en la robótica. De esta forma, los humanoides serán capaces de asistir a los humanos siguiendo órdenes en lenguaje natural. Pero, ¿es eso posible a corto plazo?

De momento OpenAI, la creadora de ChatGPT, está desarrollando el robot Figure01, un humanoide que dicen que será capaz de mover brazos y piernas como una persona. En un vídeo de la compañía, incluso puede identificar una manzana y cogerla con su mano. Por otro lado, el robot Optimus de Elon Musk también ha sido visto ordenando latas de cerveza en una caja.

 Francesco Ferro es el CEO de Pal Robotics y lleva más de 20 años desarrollando soluciones de robótica. “A nosotros nos gustaría decirle a los robots ‘vete a la nevera a coger un refresco”, pero no es tan sencillo como parece. Porque esta simple orden “tiene que dividirse en muchas: primero debe entender qué es un refresco, dónde lo tiene que ir a buscar, cómo puede llegar y cómo lo puede coger”. Es decir, se tiene que conectar todo para que, además de entendernos, sea capaz de coordinar todos los movimientos.

A todo esto se le añade el tema de las alucinaciones. En un modelo de lenguaje, que “son cajas negras”, “si te contesta algo que no es correcto, no pasa nada” porque se queda en el mundo virtual y no supone un peligro físico, explica Ferro. En cambio, la robótica “utiliza modelos matemáticos claros y transparentes” para poder corregir errores de manera más fácil. Al final, se debe asegurar de que los robots “no provoquen daño” y usar “técnicas de supervisión” que garanticen la seguridad durante su uso.

 Por eso, aunque incorporen los modelos de lenguaje, deberán tener muy acotadas sus funciones físicas, de tal manera de que sean seguros y la ejecución de las acciones sea lógica.

 Sobre el momento exacto en el que los robots humanoides tomarán el relevo en aquellas tareas que no nos gusta hacer a los humanos, Ferro no tiene una respuesta clara: “Podría ser la semana que viene o podría ser nunca”. Esta evolución, para Ferro, “no es lineal”.

 Mantener el equilibrio

Los prototipos de robots humanoides que se observan en los vídeos que han circulado por internet tienen otra particularidad: son bípedos. “Un robot se puede caer”, explica Ferro, y como “están hechos de metal, si se caen encima de una persona pueden hacer daño”.

 En 2010, el equipo de Ferro, además de continuar con el desarrollo de robots bípedos, comenzó a trabajar en robots humanoides con ruedas. Esto permitió acercar la tecnología a entornos fuera del laboratorio, ya que en ese momento “los robots bípedos aún tenían un largo camino por recorrer para navegar de forma independiente en entornos inciertos de manera segura”.

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