Como muchos pasan sus días frente a una pantalla de ordenador o entre pilas de papeles, Alberto Rábano se sumerge en el meticuloso arte de diseccionar cerebros. Rodeado de grandes congeladores y botes con partes de este órgano, persigue, gracias a la Fundación Reina Sofía, una solución a las enfermedades neurológicas.
Rábano es patólogo y director del Banco de Tejidos de la Fundación CIEN, donde se almacenan al menos 800 cerebros donados post mortem. Este banco, ubicado en Vallecas, está disponible las 24 horas del día y los 365 días del año. Siempre preparado para que la persona de guardia reciba esa llamada que, aunque triste para muchos, representa una esperanza para el futuro: descubrir la cura, entre muchas otras, de la enfermedad que arrebata los recuerdos.
Cuando una persona fallece y sus familiares aceptan donar su cerebro a la ciencia, el equipo que dirige Alberto Rábano recibe un aviso. "Tenemos todo muy protocolizado y preparado para poder hacerlo rápido, ya que cuanto menos tiempo trascurra entre la muerte y el momento de la extracción, mejor será la calidad de tejido", explica. "Nuestra media desde que fallece hasta que realizamos la autopsia es de cuatro horas y media", subraya durante una entrevista a la web de Informativos Telecinco.
Junto a ellos, otros 15 centros dispersos por las comunidades autónomas se dedican a recibir cerebros. La mitad del órgano, concretamente el hemisferio izquierdo, lo sumergen en formol, un compuesto químico que se usa para conservar. La otra mitad, la derecha, se congela a 80 grados bajo cero, la mayoría para la investigación, sobre todo externa. "Tenemos algunos desde 2007", indica, mostrando la buena conservación. "De un cerebro se sacan muchas muestras, lo guardamos todo, nada se tira".
Rábano pasa la mayor parte de su tiempo trabajando sobre el lado izquierda, que es el que dedican a clasificar y buscar enfermedades. De esta manera tienen una información completa del órgano, lo que facilita y proporciona datos más veraces para las investigaciones. "He visto patologías que jamás hubiera podido ver en una consulta. Puedo dedicarle horas y horas a un cerebro, cosa que en un hospital jamás podría con un paciente", apunta.
Reciben donaciones de toda España, aunque en su gran mayoría son de la Comunidad de Madrid. "La mitad pertenecen a personas que han sufrido Alzheimer, debido a la gran concienciación que hay entre estas familias de lo importante que es la donación para buscar una cura. El resto son de otro tipo de enfermedades neurológicas, como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) u otras enfermedades raras", indica. De hecho, comenta en cuanto a la ELA, que se han recibido más de 500 cerebros de pacientes en todo el país.
La principal función del biobanco es la clasificación y conservación de cerebros, aunque otra parte fundamental es la investigación. También la externa, ya que reciben muchas solicitudes de grupos de investigadores para que les envíen muestras del órgano . "Es un comité ético externo el que se encarga de aprobar o no la petición", aclara.
"Gracias a las donaciones se producen cientos de artículos científicos en revistas importantes", recalca, y explica que actualmente las principales vías de estudio se están centrando en encontrar los biomarcadores de enfermedades como la ELA, el Alzheimer o el Párkinson, que ayuden a detectar la enfermedad de manera precoz.
Un ejemplo de ello es el Centro Alzheimer Fundación Reina Sofía, un proyecto socio sanitario traducido en un complejo asistencial en el que se aborda la enfermedad de Alzheimer desde tres ángulos: investigación, formación y servicio asistencial para enfermos.
Actualmente el banco de tejido neurológico ha recibido 15 donaciones en lo que va de 2024. "Desde antes de la pandemia hemos notado un descenso; en 2019 tuvimos 85 donaciones. Números que esperamos recuperar".
A pesar de este bajón, comenta que han notado un aumento desde que se aprobó a ley de la eutanasia, ya que las personas que lo solicitan suelen estar más concienciadas y donan sus órganos, incluido el cerebro. "Que no es lo mismo", recalca Rábano, ya que el resto de órganos como pulmones o riñones van destinados a trasplantes y en este caso los cerebros son únicamente para investigaciones "que van a durar durante años y años", por lo que el procedimiento es diferente.
"Todos podemos ser donantes", es el lema del banco, ya que no hay ninguna contraindicación para poder hacerlo. Para ello, la persona que quiera que su cerebro lleve a manos de investigadores debe hacérselo saber a sus familiares, ya que unas vez fallecidos serán los que autoricen su donación o no.
Todos los cerebros pueden aportar algo de luz a estas enfermedades, y Alberto Rábano anima a hacerlo. "Si tenéis dudas, contactadnos para informaros. Lo hacemos con mucho respeto y cuidado", explica para quienes tienen miedo de que la cabeza de su familiar quede desfigurada: "No es así, no se nota".
"Trabajar con cerebros es una experiencia potente que te hace sentir muy útil. También es muy reconfortante hablar con algunos familiares que te llaman para avisarte de que quieren donar. A pesar de ser algo que conlleva la muerte de un familiar, tiene una parte reconfortante porque ayudará a otros. Es un acto de solidaridad", concluye Rábano por el Día Mundial del Cerebro.
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