Las tremendas olas de calor que abrasan amplias zonas del sur de Europa, Norteamérica y China están directamente relacionadas con la nefasta intervención humana y el cambio climático. Es la conclusión a la que ha llegado un equipo internacional de científicos tras cotejar cientos de datos sobre el clima. Y es ya más que urgente, dicen, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Si el calentamiento aumenta, si la temperatura de nuestro planeta sigue subiendo, las olas de calor serán cada vez más frecuentes y más mortales.
De no ser por el hombre, el calor que se ha soportado en el mes de julio este 2023 en China habría sido una excepción cada 250 años, mientras que las olas de calor en Estados Unidos, México y el sur de Europa habrían sido estadísticamente casi imposibles, señala el estudio divulgado el martes por el grupo World Weather Attribution (WWA, por sus siglas en inglés).
En este sentido, concretan los científicos del Reino Unido y Países Bajos, las olas de calor han sido 2,5ºC mayores en el sur de Europa, 2ºC más calurosas en América del Norte y 2ºC más en China, en comparación con lo que habrían sido si el hombre no hubiese contribuido al cambio climático con las emisiones.
Además, advierten de que estos eventos van a ser cada vez más comunes, duraderos y calurosos. Si la temperatura promedio mundial aumenta dos grados por encima de los niveles preindustriales, se producirán olas de calor cada dos a cinco años, especifican.
Por ello, subrayan la importancia de los planes de acción contra el calor que se están implementando cada vez más en las tres regiones estudiadas --China, Europa y América del Norte--: “Hay evidencia de que conducen a una reducción de la mortalidad relacionada con el calor”.
Asimismo, destacan, “las ciudades que cuentan con una planificación urbana para el calor extremo tienden a ser más frescas y reducen el efecto isla de calor urbana”.