Dime cómo es tu microbiota y te diré cómo estás. La microbiota - nuestras bacterias intestinales- juega un papel importante en nuestra salud, física y mental. Se lo hemos contado varias veces. Y uno de los síntomas de cómo está esa microbiota es la frecuencia con la que vamos al baño. El estreñimiento puede darnos pistas acerca de nuestra salud intestinal. Y cerebral.
Hace poco les contábamos que se investiga su posible relación con el párkinson. En muchos pacientes con esta enfermedad neurodegenerativa, se ha visto que el estreñimiento es el primer síntoma, antes de los motores. Ahora, un estudio que se acaba de presentar relaciona el estreñimiento con un mayor riesgo de deterioro cognitivo.
“Han visto que hay una mayor incidencia de deterioro cognitivo en las personas estreñidas”, explica el neurólogo experto en alzhéimer Guillermo García Ribas, que atiende a NIUS desde Ámsterdam, sede de la Conferencia Internacional de la Asociación de Alzheimer en la que se ha presentado el estudio.
García Ribas cree que el estudio es relevante, porque “da un toque de atención acerca de la importancia de la nutrición en el deterioro cognitivo”. Pero advierte de que es un estudio epidemiológico, con datos ya existentes sobre la salud general de los participantes. No es un estudio causa-efecto. “Plantea una asociación, ahora habría que hacer un estudio específico sobre esto”.
Lo mismo advierte el microbiólogo Raúl Rivas. “No es que una cosa sea consecuencia de la otra, es una asociación”. Dicho eso, cree que este estudio “confirma la importancia que tienen las disbiosis intestinales en la aparición de algunos síntomas que pueden ser indicativos de ciertas neuropatologías. El estreñimiento aparece sistemáticamente en muchas de ellas”, advierte el catedrático de Microbiología de la Universidad de Salamanca.
El trabajo se basa en 112.000 encuestas sobre salud general, realizadas en otros estudios a enfermeras y a profesionales sanitarios en general. Con esos datos epidemiológicos sobre la mesa, y en comparación con las personas que defecaban una vez al día, se constató que los que tenían estreñimiento tenían una cognición significativamente peor, equivalente a tres años más de envejecimiento cognitivo.
“Tres años no es despreciable, cada minuto cuenta”, advierte García Ribas, pero explica que actualmente “se está manejando que el deterioro cognitivo, en su conjunto, es un proceso de unos 15-20 años”. Él valora más que “el estudio refuerza la relación entre nuestra alimentación y nuestra cognición, la relación entre nutrición y cerebro”.
“Confirma que existe una relación entre el intestino y el cerebro, aunque todavía no llegamos a comprender su profundidad”, coincide Rivas. “Parece evidente que una buena microbiota intestinal tiene un protagonismo en la salud cerebral”.
El neurólogo explica que “nuestra microbiota es la encargada de hacer el bolo fecal. Un cambio en la microbiota puede hacer que uno esté estreñido, y que algunas sustancias tóxicas no se eliminen rápidamente y puedan favorecer el envejecimiento o la neurodegeneración cerebral”. Es decir, “una disbiosis intestinal - una mala biología del intestino- se asocia a más riesgo de deterioro cognitivo”. El microbiólogo apunta por qué.
Rivas explica que las disbiosis (los desequilibrios) en la microbiota pueden suponer “que desaparezcan bacterias neuroprotectoras, como las que producen el butirato, que son las que están alimentando a las células del colon, dándoles la energía que necesitan para realizar sus funciones". Y en este estudio vieron, precisamente, que en las personas con estreñimiento y con peor función cognitiva habían desaparecido esas bacterias "buenas". El butirato, o ácido butírico, es un ácido graso que refuerza la barrera intestinal, que impide que las bacterias y otros microbios entren en el torrente sanguíneo.
Otro estudio, presentado en ese mismo congreso, mostró hallazgos similares: tener niveles más bajos de las bacterias intestinales neuroprotectoras Butyricicoccus y Ruminococcus se asoció con niveles elevados en biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer.
Las disbiosis pueden suponer también "que aparezcan bacterias proinflamatorias, que originan un estado intestinal que puede llevar al estreñimiento, y que puede estar relacionado con el deterioro cognitivo”, explica Rivas. El microbiólogo destaca que estos estudios coinciden con lo que apuntan las últimas investigaciones en este campo. “Que el cambio en las poblaciones microbianas -que desaparezcan determinados grupos bacterianos y aparezcan otros- está estrechamente relacionado con la aparición de síntomas que son indicativos, o que preceden, a ciertas enfermedades neurodegenerativas”.
Todo esto viene a confirmar que “el cerebro no está aislado del resto del cuerpo", dice García Ribas. "Tener un ritmo intestinal regular implica tener una mejor digestión, lo que implica tener una mejor alimentación”. Pero el neurólogo cree que hay que ir más allá, saber por qué esa persona esta estreñida. “El estudio abre la puerta a hacer investigaciones específicas sobre las causas del estreñimiento y su posible relación con el deterioro cognitivo. El estreñimiento no deja de ser un síntoma, a mí me interesaría más la causa”.
Este estudio relaciona el estreñimiento crónico (entendido como defecar cada tres días o más) con un aumento de un 73% en el riesgo de deterioro cognitivo subjetivo. Y esto último, lo de “subjetivo”, es importante. Porque estamos hablando de “cómo la persona percibe que está su rendimiento cognitivo”, que no es lo mismo que tener problemas cognitivos realmente. “Si uno le pregunta a mayores de 65 años sobre cómo esta su memoria, un gran porcentaje dice que fatal. Y no es así, porque no hay tanto alzhéimer”, advierte García Ribas.
"En este estudio no ven a las personas, lo que ven son datos, ven lo que dicen esas personas sobre su salud intestinal y cerebral". De ahí que tanto el neurólogo como el microbiólogo consideren necesario realizar un estudio específico sobre esta asociación entre estreñimiento y función cognitiva. Sobre todo, teniendo en cuenta que hablamos de un problema muy común. Se calcula que en torno a un 15% de la población adulta sufre estreñimiento, sobre todo las mujeres.