En el norte y en algunas zonas del Mediterráneo ha habido que esperar hasta hoy, doce de mayo, para mirar al cielo con cierta esperanza. Las tormentas que están cayendo, incluso de granizo, suponen un alivio, aunque no servirán ni para paliar la sequía, ni para subir significativamente el nivel de los embalses. Aun así, también hay que celebrar esa nieve que ha caído en las zonas más altas después de tanto calor.
Hoy se esperaba la lluvia y por fin ha llegado a zonas donde más se necesitaba. En Barcelona llovía y granizaba con gran intensidad, incluso algunas calles se han anegado de una forma que hacía meses que no se veía.
La lluvia y el granizo han recorrido todo el arco mediterráneo. Clamor de aguacero desde Murcia a Girona, con satisfacción que incluye bailes bajo la lluvia, o exclamaciones de admiración ante la acumulación que crea riada en algunas calles.
Bienvenida sea esas nubes cargadas de agua, se celebra una precipitación que obliga a improvisar capuchas y que se transforma en granizo en la Albufera.
En la otra cara están las granizadas, la de un pedrisco que también alfombraba carreteras y creaba serios problemas de circulación en lugares como Moia, en varias zonas de baleares, con manga marina que se podía observar desde la costa de Menorca.
De nuevo en la península con gran fuerza caía en Barcelona, lluvias torrenciales pero fugaces que alivian algo la situación. Preludio de lo que viviremos la próxima semana porque va a llover durante varios días seguidos y eso es precisamente lo que necesitamos en todo el país.