Un grupo de investigadores españoles ha probado una nueva técnica con ultrasonidos para tratar el párkinson. Con este tratamiento, todavía en fase experimental se consigue acceder a la parte del cerebro de forma no invasiva para hacer llegar una terapia génica.
El equipo de cientíicos españoles ha probado esta manera no invasiva de superar la barrera hematoencefálica en tres pacientes y en macacos, aunque la terapia génica solo se administró a los animales, según ha publicado Science Advances
Las terapias contra el párkinson y otras enfermedades neurodegenerativas han estado limitadas por la dificultad de administrar tratamientos a través de la barrera hematoencefálica, una capa natural que protege el cerebro, pero que en caso de enfermedad, obstaculiza la administración de fármacos al sistema nervioso central.
El estudio encabezado por Javier Blesa, del Hospital Universitario HM Puerta del Sur (Madrid), ha demostrado la capacidad de administrar terapia génica dirigida a una región específica del cerebro en monos tras abrir la barrera hematoencefálica utilizando ultrasonidos focalizados.
El trabajo describe la apertura exitosa de esta barrera y la administración focal de vectores virales adenoasociados (virus modificados que se usan en terapias génicas) del serotipo 9 en regiones cerebrales implicadas en la enfermedad de Parkinson en macacos adultos.
En el caso de los tres pacientes se probó la técnica, pero no se les administró ninguna terapia génica, sino que se constató la eficacia del procedimiento a través de un marcador.
Para hacer llegar cualquier terapia al sistema central, la cirugía es una opción, pero conlleva un riesgo considerable para los enfermos, por eso una alternativa potencialmente más segura es el uso de ultrasonidos focalizados para abrir la barrera hemetoencefálica, lo que permite la administración selectiva de fármacos por el torrente sanguíneo.
Hasta ahora, algunos estudios habían explorado el uso de ultrasonidos con el objetivo de superar esa barrera, pero dicha técnica no se había utilizado para vectores virales, como el virus adenoasociado (AAV).
El equipo, formado entre otros por investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red para Enfermedades Neurodegenerativas, demostró en macacos que el ultrasonido focalizado puede abrir temporalmente esa barrera.
De esta manera se hace llegar, a través de la sangre, un vector AAV a los ganglios basales, la región del cerebro donde se manifiestan los síntomas del párkinson.
Cuatro semanas después de la administración en cinco monos, los investigadores no observaron efectos secundarios negativos, y los análisis post mortem de sus cerebros no mostraron daños tisulares.
A pesar de reconocer alguna limitación, los investigadores consideran que estos hallazgos sugieren que los vectores AAV son prometedores para desarrollar tratamientos no invasivos y potencialmente duraderos para la enfermedad de Parkinson.
"La naturaleza menos invasiva de esta metodología podría facilitar la administración focal de vectores víricos para terapia génica y podría permitir intervenciones tempranas y repetidas para tratar enfermedades neurodegenerativas", escriben los autores del estudio.
Analia Bortolozzi, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona, quien no participa en la investigación, opina que "se trata de un estudio que ofrece algo de esperanza para los pacientes con enfermedad de Parkinson, extensible a otros trastornos neurodegenerativos como la enfermedad de Alzheimer o trastornos neurológicos como tumores cerebrales o epilepsia".
En los últimos años, la terapia génica se ha mostrado prometedora para poder proporcionar la expresión a largo plazo de proteínas terapéuticas, dice la científica a Science Media Centre España (SMCS).
La terapia génica emplea estos vectores virales AVV como caballos de Troya que han sido modificados en el laboratorio para portar un gen de interés.
Ese gen, al expresarse en las neuronas de la zona diana consigue que dichas células produzcan una determinada proteína terapéutica codificada por dicho gen, explica a SMCS, el investigador José Luis Lanciego de la Universidad de Navarra.
Hasta la fecha, todos los ensayos clínicos en marcha con productos de terapia génica emplean la vía intraparenquimatosa, mediante la cual se consigue alcanzar la zona diana empleando procedimientos de neurocirugía estereotáxica, una opción invasiva.