El núcleo de la Tierra, es decir, la capa más profunda de nuestro planeta que se compone principalmente de hierro y níquel, se ha frenado. Según un nuevo estudio publicado por investigadores chinos, es posible incluso que haya alcanzado la misma velocidad de rotación que la superficie, o incluso ligeramente inferior. Esto podría tener impactos en el clima, el nivel del mar e incluso la duración de los días.
El núcleo es la capa más profunda de la Tierra, y se compone por dos partes: una externa fluida, donde las temperaturas se sitúan entre los 4.000 y 5.000 grados centígrados, y otra interna sólida, que llega al centro de la esfera y alcanza una temperatura similar o mayor que la del Sol, de hasta 7.000 ºC. Explicado esto, ¿qué quiere decir que el núcleo se ha frenado?
Los autores del nuevo estudio, que se publica en Nature Geoscience, son los investigadores Yi Yang y Xiaodong Song, del Instituto de Geofísica Teórica y Aplicada de la Universidad de Pekín, en China.
Todo cuanto sabemos del núcleo de la Tierra se lo debemos a la sismología, es decir, al análisis de las ondas sísmicas a través de esta capa, que nos dan pistas de lo que esconde el interior más profundo de nuestro planeta.
Además, en el núcleo externo es dónde se genera el campo magnético de nuestro planeta, que es el que interactúa con el viento solar y produce las auroras boreales.
Al analizar las ondas sísmicas repetidas desde principios de la década de 1990, los autores del nuevo estudio comprobaron que todas las trayectorias que anteriormente mostraban cambios temporales significativos han mostrado pocos cambios durante la última década. “Este patrón globalmente consistente sugiere que la rotación del núcleo interno se ha detenido recientemente”, aseguran.
La nueva investigación proporciona evidencia de interacciones dinámicas entre las capas de la Tierra, desde el interior más profundo hasta la superficie, lo cual quiere decir que las capas de nuestro planeta (como una cebolla) se han “desacompasado”. Mientras que nosotros (en la corteza, o sea, la superficie) seguimos nuestro curso, el núcleo se ha ralentizado.
En otras palabras: hace 70 años, el núcleo y la superficie de la Tierra giraban al unísono, pero esto ya no es así.
O lo que es lo mismo: si la superficie ahora se parara, se observaría un giro del núcleo en dirección contraria.
Poniendo que el núcleo de la Tierra efectivamente esté en proceso de volver a la contra-rotación, “es probable que algo esté sucediendo con las fuerzas magnéticas y gravitatorias que impulsan la rotación del núcleo interno. Dichos cambios podrían vincular el núcleo interno con fenómenos geofísicos más amplios, como aumentos o disminuciones en la duración de un día”, aseguran los autores.
Y eso no es todo. Esta diferencia entre las velocidades de las capas de la Tierra podría tener un impacto en el campo gravitatorio y causar deformaciones en la superficie, lo cual afectaría al nivel del mar y, en última instancia, al clima.
Hay que recalcar, eso sí, que la duración de los días en la Tierra no siempre ha sido igual. “Gracias al registro geológico y especialmente al estudio de las capas de crecimiento de corales fósiles, se sabe que los años en el pasado geológico duraban más días, es decir la Tierra giraba más rápido y por tanto los días eran más cortos”, apuntan desde el Instituto de Geociencias (CSIC-UCM).
La causa es la Luna. Las mareas y el alejamiento progresivo de nuestro satélite natural han ido frenando la corteza terrestre a lo largo del tiempo: hace 1.400 millones de años, la Tierra tardaba en completar su eje solo 18 horas. Esto ocurre porque la Luna se aparta de nosotros unos 3,82 centímetros cada año.
En la actualidad, un día dura una milésima de segundo menos que en 1970.