Las prestaciones casi infinitas del asistente de texto mediante Inteligencia Artificial, Chat GPT, ya ha puesto en guardia a las aulas educativas de todo el mundo.
Su capacidad de respuesta con lenguaje humano ante cualquier pregunta que le hagamos ya ha hecho que se prohíba su uso, por ejemplo, en las escuelas públicas de Nueva York.
Y es que por difícil que pueda parecer la pregunta del alumno, esta herramienta de Inteligencia Artificial facilita la respuesta con una precisión que sobrecoge desde hace semanas a los profesores.
Por eso, los docentes se replantean la metodología de trabajo hasta ahora en las aulas debido a la aparición de un potencial que los estudiantes no ocultan.
Se aboga por más evaluaciones orales como respuesta, sí, pero los docentes consultados no plantean prohibir su uso sino integrarlo con responsabilidad y ética. Es decir, con sentido común.
Ya hay extensiones que facilitan, incluso, las fuentes de este chatbot. Aún así, sus textos, de momento, no son infalibles. Por eso, aplicaciones como GPTZero, desarrollada por un estudiante de la universidad de Princeton, puede detectar, aseguran, su grado de utilización, de copia y pega en un texto.
Y es que, como dice este mismo chatbot ante nuestras preguntas sobre si puede ejercer el mal, de nosotros depende cómo se utilice. Una herramienta que llega para quedarse y que nos confirma que automatizará muchos empleos actuales pero a la vez, dice, generará otras nuevos adaptados a esta revolución tecnológica.