La estación espacial china Tiangong está completa. El tercer y último módulo, llamado Mengtian, se ha acoplado con éxito, lo cual quiere decir que la Agencia de Vuelos Espaciales Tripulados de China (CMSA) está preparada para empezar con los más de 1.000 experimentos científicos programados para los -al menos- próximos 10 años.
La estación espacial Tiangong será un nuevo patio de recreo científico para los astrónomos chinos. Aunque también tendrán acceso al laboratorio en órbita investigadores de otros países, ya que China ha seleccionado nueve experimentos internacionales para volar al puesto avanzado a través de un proyecto de colaboración con las Naciones Unidas, desarrollado por investigadores de Japón, Rusia, India y México, entre otros.
El módulo final, Mengtian, es uno de los dos diseñados para albergar experimentos científicos; el otro, Wentian, se lanzó en julio. Juntos, Mengtian y Wentian formarán los brazos de la estación espacial al acoplarse con el módulo central, Tianhe, que ha estado orbitando la Tierra desde abril de 2021.
El módulo Mengtian es crucial para restaurar la simetría de la estación porque actualmente está “volando de forma torcida, lo que requiere mucha energía para mantenerse orientado”, dice en un artículo de la revista Nature el astrónomo Jonathan McDowell, del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian en Cambridge.
Varias misiones de carga y astronautas ya han visitado el puesto de avanzada, y ahora vive allí una tripulación de tres personas.
A bordo hay más de 20 minilaboratorios equipados con centrífugas, cámaras frigoríficas que alcanzan temperaturas de hasta -80 °C, un horno de alta temperatura, múltiples láseres y un reloj atómico óptico.
Estos se utilizarán para realizar experimentos similares a los realizados en la Estación Espacial Internacional (ISS), incluidas investigaciones sobre cómo el confinamiento a largo plazo en la órbita terrestre baja afecta la salud de los astronautas, cómo prevenir incendios en diversos materiales y las propiedades cuánticas de los gases.
Tres instalaciones ubicadas en el exterior de la estación ayudarán a estudiar los efectos de la radiación cósmica en plantas y microorganismos.
Actualmente, ya están en marcha más de 25 proyectos de investigación, incluidos aquellos para estudiar los efectos de la microgravedad en las células vegetales, los huesos y los músculos, así como en los materiales fundidos, junto con experimentos de cristalización de proteínas, dice Zhang Wei, de la Academia de Ciencias de China, en Beijing.
Los medios de comunicación estatales chinos también informaron que la tripulación llevó unas 12.000 semillas, incluidas semillas de alfalfa, avena y hongos, a la estación espacial, exponiéndolas a la radiación cósmica y la microgravedad durante seis meses, antes de devolverlas en abril para plantarlas en la Tierra. Según la Academia de Ciencias de China, las plántulas de arroz y berro thale cultivadas en Wentian a fines de julio comenzaron a brotar.
Tras el lanzamiento del módulo Mengtian a bordo de un cohete Long March CZ-5B el pasado lunes 31 de octubre, se generó una alerta internacional por el reingreso descontrolado de la etapa central del cohete de unas de 23 toneladas tras separarse de su carga útil. Esta era la cuarta vez que ocurría un incidente similar desde que China arrancó con la creación de su estación espacial Tiangong. Finalmente, el cohete cayó en el Pacífico sur.
La entrada del cohete en la atmósfera terrestre provocó el cierre de parte del espacio aéreo de España, obligando a cancelar y desviar vuelos. Esto generó una vez más mucha polémica por la falta de leyes y tratados internacionales para evitar que se repitan produzcan estos incidentes, que ponen en riesgo a la población mundial.
Si bien en algunos casos la basura espacial reingresa en la Tierra y se desintegra en antes de llegar al suelo por la fricción con la atmósfera, con los lanzamientos chinos estamos hablando de etapas enteras de un cohete, que son lo suficientemente pesadas para causar daños materiales y cobrarse vidas, puesto que se produce una caída muy vertical.
La última vez que ocurrió un incidente similar fue en julio de 2022, cuando cayó chatarra espacial sobre el sudeste asiático, en el Océano Índico, donde ya se había producido el impacto de un cohete en abril de 2021. La NASA criticó en su momento la falta de responsabilidad de China y puso de manifiesto que estaría asumiendo “riesgos innecesarios”. “No compartieron información de trayectoria específica que se necesita para predecir las zonas de aterrizaje y reducir el riesgo”, criticó el administrador de la NASA, Bill Nelson.
Y no solo se estrellan en la Tierra estos restos de basura espacial china, también lo hacen en la Luna. En marzo de 2022, restos de otro cohete chino que quedó a la deriva impactaron en la superficie de nuestro satélite.