DART no es la única opción para defender el planeta: ¿y pintar de otro color al asteroide?

  • La NASA estudia otras opciones para desviar la trayectoria de uno de los miles de asteroides que podrían impactar contra la Tierra

  • Cambiar el color del asteroide es una de ellas: podría generar cambios en su interacción con el Sol y en su trayectoria

  • Lanzar un misil nuclear, aunque es la opción favorita de Hollywood, es la más arriesgada y sería sólo un último recurso

Ha sido un éxito. Pero no es la única forma de hacerlo. Utilizar una nave para impactar contra un asteroide y desviar su trayectoria, lo que ha hecho la sonda DART esta madrugada, es sólo una de las opciones que existen. Hay más. Unas más fáciles, otras casi inverosímiles.

“Se han estudiado otras opciones”, explicaba Lindley Johnson, oficial de defensa planetaria de la NASA, la semana pasada. “Tenemos una lista de tres o cuatro que en el futuro nos gustaría probar”, aseguraba en rueda de prensa. ¿Cuáles son?

El "tractor de gravedad"

Esta opción consiste en utilizar lo que en la NASA denominan “tractor de gravedad”: lanzar una nave espacial pesada para que vuele junto al asteroide. Eso genera una ligera atracción gravitatoria del asteroide hacia la nave. Si esa atracción se consigue mantener un tiempo, puede ser suficiente para sacar al asteroide de un posible trayecto de colisión con la Tierra.

“La atracción mutua entre la nave espacial y el asteroide arrastrará lentamente a ese asteroide fuera de su trayectoria de impacto y lo llevará hacia una más benigna”, explica Johnson. “Pero esta técnica lleva más tiempo implementarla, por lo que tendríamos que estar avisados con más antelación para poder llevarla a cabo”.

Propulsores iónicos

La NASA estudia también la posibilidad de utilizar un propulsor iónico, como el que impulsó a DART hacia Didymos, el sistema de asteroides binarios en el que orbitaba Dimorphos. Los propulsores iónicos se utilizan desde hace décadas en la exploración espacial, y utilizan campos eléctricos para acelerar un haz de átomos cargados, generalmente xenón.

Generan poca propulsión, pero ese impulso es constante, durante largos períodos de tiempo. Al igual que ocurre con el “tractor de gravedad”, la idea es que generar cambios lentos sobre la trayectoria del asteroide, pero sostenidos en el tiempo, pueda ser efectivo.

Pintar al asteroide y aliarse con el Sol

Pero aún hay más, y esta sería la opción más sorprendente: pintar el asteroide y luego dejar que el Sol haga su trabajo. Como lo oyen. Porque cambiar el color del asteroide puede implicar cambios en cuánto se calienta con la luz del Sol, y en la presión que ejercen los fotones de la luz solar que rebotan en su superficie. Y esto también puede suponer un cambio de rumbo, con el tiempo.  

Misiles nucleares: la opción más arriesgada

Todavía hay otra opción para tratar de desviar un asteroide. Y es la preferida por Hollywood, así que puede que sea la que más les suene: las armas nucleares. Puede funcionar, pero para la NASA sería, más bien, un último recurso, una medida desesperada si no hubiese tiempo para opciones “más moderadas”, explica el diario estadounidense The New York Times.

Porque en este caso, hablamos de hacer explotar al asteroide. Y puede que no sea la solución, si después todas las piezas acaban golpeando la Tierra, arrojando la misma cantidad de energía a la atmósfera y generando un tsunami de ondas de choque.

Los asteroides no son objetos simples en estructura ni en composición, por lo que no es fácil predecir con precisión los efectos de una bomba lanzada sobre ellos. ¿Podría funcionar, no obstante? Parece que sí. El año pasado, científicos de la Universidad de Maryland comprobaron, al menos sobre el papel, que un asteroide de hasta 100 metros de diámetro podría ser aniquilado por un misil nuclear de un megatón, desviando el 99,9% de su masa lejos de la Tierra. Eso sí, el misil debería ser lanzado al menos dos meses antes del impacto.

5.000 asteroides "potencialmente peligrosos"

Tener sobre la mesa esas otras opciones es importante. Porque la NASA calcula que hay unos 20.000 que podrían impactar con nuestro planeta. Aunque no suponen un peligro real, al menos en los próximos 50 años, hay 5.000 de ellos que califica de "potencialmente peligrosos": asteroides que superan los 140 metros de diámetro y que están situados a menos de 10 millones de kilómetros de la Tierra.

Dimorphos, de 160 metros, estaba a más de 11 millones de kilómetros de nuestro planeta, así que no suponía ningún peligro. Pero ha servido de "conejillo de indias" para comprobar que sí, que podemos evitar un posible impacto de estas rocas espaciales. Y este pequeño asteroide, sin saberlo, ha hecho historia.