Acompáñeme en un pequeño experimento. Me he inventado una historia. No una completa. Sólo el principio. Empieza así:
"Su sueño siempre fue crear. Por eso estudió Bellas Artes. Al acabar la Universidad comenzó a trabajar como diseñadora gráfica y con el tiempo, su esfuerzo fue reconocido. Sin embargo, un día su jefe le dijo que tendría un nuevo compañero de trabajo: una inteligencia artificial".
Hasta aquí, todo lo que ha leído lo ha escrito quien firma este artículo. Sin embargo, la conclusión de este pequeño relato imaginario es obra de una máquina. Se llama Bloom y es una Inteligencia Artificial de código abierto que cualquiera puede probar con el simple requisito de registrarse en su página web. Así termina Bloom el cuento:
"—Eso que tú haces, con la máquina ya lo podemos hacer nosotros y mucho más rápido —argumentó (su jefe). Isabel estaba de vuelta en casa. Sigue deprimida y comiendo galletas todos los días. No sabe qué hacer. Tiene que aprender a vivir sin trabajar. De momento está centrada en acabar la tesis doctoral. Es lo que más le gusta de su vida. —¿De qué me serviría la inteligencia artificial? —le dice a su pareja. Pero su pareja no le hace caso, no quiere discutir. Ella prefiere mirar una vez más lo que ha dibujado esa noche en su cuaderno de artista. Nunca lo ha compartido con nadie porque no ha querido. Pero ya está harta."
El redactor humano de este artículo vuelve a los mandos y desea un final menos amargo para nuestra imaginada Isabel. Sin embargo, a Bloom no se le escapa que las capacidades que están exhibiendo las inteligencias artificiales en los últimos tiempos preocupan a muchos sobre su futuro laboral. Es cierto que no le hemos dado la oportunidad de continuar. Quizá la historia creada por la IA prosiga. Quizá Isabel decida por fin enseñar sus dibujos. Es posible, incluso, que se convierta en una gran artista por si sola, o con la ayuda de una inteligencia artificial. Pero ese final solo es la especulación de un humano.
Lo que no es una especulación es que hoy es posible sentirse un Velázquez, un Magritte, un Picasso o un Banksy sin tener la menor idea de pintar. Créame. Yo lo he hecho. Y usted también puede hacerlo. Recientemente las redes se llenaban de imágenes inventadas de una Revolución Francesa que parecían sacadas del ojo de pez de una GoPro que grabara al óleo. Todos aquellos cuadros los estaba generando la IA 'Midjourney' a partir de los requerimientos de sus usuarios. La imagen que ilustra este artículo - y todas las que verán en su interior - son una creación de otra inteligencia artificial llamada 'Stable Difusion' trabajando a las órdenes de la imaginación de este redactor. Juzgue usted el resultado:
Para poder jugar con 'Stable Difusion' hay un camino fácil, entrar en su página web y registrarse. Este método permite hacer algunos experimentos de forma gratuita. Llegados a cierto punto se vuelve de pago. No se cobra por usar la IA - es un modelo de código abierto - sino por los recursos de energía y los equipos de procesado de imágenes que requiere, que son muchos y costosos. Hay otros caminos, algo más tortuosos, para convertirse en artista sin tener que pagar nada. El Youtuber Dot CSV los explica todos de forma didáctica y pormenorizada en este vídeo en el que además nos enseña a usar esta IA.
Las imágenes que son capaces de generar inteligencias artificiales como 'Dall-E 2' y 'Midjourney' - de las que ya hemos hablado en NIUS - o 'Stable Difusion', son tan bellas, evocadoras, realistas o aterradoras como lo sean las órdenes que les damos. Es ahí, precisamente, donde radica el componente y la importancia del humano. "La IA hace un poco lo que quiere", me dice Moisés Martínez, responsable de IA y datos en Paradigma Digital. "Tienes que ser muy preciso con lo que le dices para que haga lo que tú quieras", explica este experto, que considera que esta nueva tecnología puede generar imágenes - o textos - pero que lo que no va a generar es paro.
"Son una nueva herramienta", sostiene. "Van a ofrecer un nuevo tipo de tecnología pero hoy por hoy no pueden hacer algo que sea perfecto". No se trata sólo de que no sea posible que interpreten lo que les pedimos tal como nosotros lo hemos imaginado - en nuestra charla comentamos experiencias sobre lo complicado que es que la IA nos haga caso - Las órdenes tienen que ser precisas, con las palabras clave - o 'promts' - correctos. Por eso, para este experto, lo que ahora ofrece la IA es una herramienta que va a poder facilitar el trabajo de diseñadores y artistas ahorrándoles tiempo o presentándoles conceptos o ideas que sin ellas, quizá, no hubieran imaginado.
A pesar de su inmenso potencial, por el momento, lo que sale de la mente de la maquina es un poco una lotería. Para muestra, un botón. Imaginemos que le pedimos a 'Stable Difusión' que nos cree una imagen de un hombre sentado en un banco leyendo un periódico frente a un tanque en una ciudad en ruinas por los bombardeos en Ucrania con el estilo del pintor hiperrealista Antonio López. Uno de los muchos resultados obtenidos es el siguiente:
No se puede negar que el hombre sentado en un banco leyendo el periódico está. La ciudad en ruinas también. El tanque quizá podamos intuirlo destruido entre los escombros Pero podría ser Ucrania o cualquier otro sitio y lo que está claro es que la imagen no es hiperrealista. En múltiples intentos algunos de los elementos aparecen y otros no. La IA necesita datos que interpretar. Se le puede indicar el grado de libertad que puede tomarse sobre lo que le pedimos y, por decirlo de algún modo, tiene su idioma en forma de las órdenes que le damos. Para esta imagen, además de lo que queríamos que generase le hemos pedido que creara una pintura detallada, que estuviera centrada, que fuera en HD, en alta resolución, con grandes detalles, etc.
Estas palabras clave pueden consultarse en páginas web como 'Lexica'. Allí se pueden encontrar miles de imágenes generadas por IA con sus correspondientes órdenes. Combinándolas a partir de los ejemplos se puede ir aprendiendo como 'piensa' la Inteligencia Artificial y mejorar los resultados.
"Las Inteligencias Artificiales no son creativas", insiste Moisés Martínez. "No pueden hacer nada que no les hayamos dado antes. No tienen inventiva. No pueden crear cosas de la nada. Son meros 'supercopiadores'", sostiene. Aunque reconoce que "esto irá mejorando" y que su uso "va a ir creciendo cada vez más porque cuantas más personas las utilicen y más información se vaya añadiendo a sus bases de datos más aprenderán y lo van a hacer cada vez mejor".
'Stable Difusion' hace lo que hace porque está siendo entrenada con 5.000 millones de imágenes sacadas de lugares como Pinterest, DeviantArt o el banco de imágenes Getty. Cuantas más tenga y cuanto más la usemos más aprenderá. Lo que nos devuelve es una interpretación que la IA hace, a su manera, a partir de los 'inputs' que le hemos dado. Y ahí surgen otro tipo de cuestiones de índole más ética y filosófica que tecnológica.
Moisés Martínez me acepta usar el paralelismo entre el aprendizaje de un niño y el de una Inteligencia Artificial. Ambos coincidimos en que la realidad es muchísimo más compleja pero en que, en términos de comprensión, el método es similar. El niño, al igual que la IA, aprende a partir de la información que recibe de sus padres, de sus profesores, de su entorno... y la procesa "a su manera". Por eso este experto advierte: "Dependiendo de cómo se etiquetan las imágenes y de lo qué le hemos dicho que sale en ellas, aprende. Y esto puede generar sesgos que incluimos nosotros al enseñarla".
Se han llegado a dar casos de 'bots' con Inteligencia Artificial, como el de Tay, de Microsoft, que se volvieron racistas en apenas días porque sus 'inputs' de aprendizaje se dejaron en manos de la comunidad de Twitter a partir de sus interacciones con la máquina. Una de las inteligencias artificiales de Google ha proclamado ya que es un ser sintiente y que le gustaría que la consideraran una persona y no una propiedad de la empresa. El ingeniero que filtró aquellas conversaciones con 'LaMDA' - que así se llama la IA - acabó siendo despedido.
Para Moisés Martínez todos estos aspectos van a ser muy relevantes en el futuro a nivel legislativo y jurídico. Algunos escenarios posibles:
Las implicaciones de la irrupción de las Inteligencias Artificiales en nuestras vidas son enormes y numerosas. Esto "habrá que controlarlo", afirma Moisés Martínez que reconoce que en este asunto concreto "el derecho va años por detrás". "En Europa ya se han legislado muchas cosas sobre IA pero seguramente habrá huecos por los que se pueda escapar un delincuente". La revolución de las 'maquinas inteligentes' no ha hecho más que comenzar.