El cambio climático, la alta densidad poblacional en áreas urbanas, las migraciones, el aumento de la frecuencia en los viajes, el incremento de la pobreza y las precarias condiciones de vida constituyen los factores más importantes para el desarrollo y brotes de enfermedades como el dengue, el sika, la hepatitis y la malaria, que se extienden a zonas donde no existían y que ponen en riesgo a unos 500 millones de personas, solo en Latinoamérica y Sudamérica.
En el Día Internacional contra el Dengue, que se conmemora el 26 de agosto, la Organización Panamericana de la Salud (OPS recuerda que el número de casos de dengue en el continente americano se ha incrementado en las últimas cuatro décadas, pasando de 1,5 millones de casos en la década del ‘80, a 16,2 millones en la década del 2010-2019. En 2019, señaló la organización, se registraron un poco más de 3,1 millones de casos, 28.000 graves, y 1.534 fallecieron.
Los expertos, en muchos países, en función de los factores involucrados, el dengue advierten de que este podría llegar a convertirse en endémico y, por esto, recuerdan la importancia de fortalecer la vigilancia epidemiológica además de controlar la higiene de los ambientes en general y los microambientes de las personas en particular.
“Si observamos el patrón de expansón del dengue con el aumento de la incidencia en los últimos años, la propagación a otras zonas donde no existía la enfermedad, sumado a las modificaciones en el clima y las condiciones sociales y económicas desfavorables, es muy probable que, en el futuro, vayamos teniendo más áreas con personas que presenten la enfermedad y un mayor número de casos”, según el especialista Pablo Bonvehí, infectólogo, miembro del Grupo Técnico Asesor de Enfermedades Prevenibles por Vacunación (TAG, por su sigla en inglés) de la OPS y Jefe de Infectología del Hospital Universitario CEMIC.
El dengue es una enfermedad viral transmitida por un mosquito del grupo aedes, más precisamente el Aedes aegypti y, en menor medida, el Aedes albopicus. Existen 4 serotipos distintos de dengue (DENV-1, DENV-2, DENV-3 y DEN-V 4), con lo cual una persona puede infectarse por cada uno de estos.
El estar infectado por alguno de los serotipos no sólo no protege al individuo contra los restantes, sino que presenta mayor riesgo de sufrir una forma grave ante la infección por otro serotipo. No existe hasta el momento ningún medicamento específico para tratar el dengue.
“En la región de Latinoámerica, el pico más grande se dio en 2019 y los países más afectados fueron los de clima más tropical, esto es Centroamérica: México, Costa Rica, Honduras, Nicaragua, Belice, también Venezuela, Colombia, Paraguay, Bolivia y Brasil este último siempre con la mayor cantidad de casos. Son países que habitualmente tienen mucha carga de enfermedad y, a partir de ese brote de 2019, en la Argentina comenzaron a aumentar los casos hacia fines de ese año, y el pico mayor se produjo en 2020, coincidiendo con el inicio de la pandemia de COVID-19″, sostuvo la doctora Analía Urueña, médica infectóloga y Directora del Centro de Estudios para la Prevención y Control de Enfermedades Transmisibles (CEPyCET) de la Universidad Isalud.
“Los casos febriles que teníamos —continuó— prácticamente eran todos casos de dengue, esto complicó mucho la situación, fue un año particular, no solo porque fue el de mayor cantidad de casos de dengue, sino porque se agravó debido a que, por un lado, las personas no querían acercarse a consultar por miedo al COVID, y por otro lado teníamos mucho personal de salud reasignado a la contingencia de la pandemia”.
Para ambos especialistas, la educación y la comunicación son claves para que la población identifique cuáles son los mejores métodos de prevenir la proliferación de estos mosquitos: evitar la acumulación de objetos, escombros, neumáticos y otros en los que pueda concentrarse agua, que es el lugar en el que se crían las larvas de ya que en el invierno las larvas perduran y luego pueden ser mosquitos transmisores del virus. Las personas y también las autoridades municipales deben evitar la acumulación de basura y favorecer el acceso al agua potable, fomentar el uso de repelentes y mosquiteros y cambiar periódicamente bebederos de animales.
Según detalló Bonvehí, los brotes de dengue no se dan todos los años, ya que la epidemiología es cambiante. En general, se producen brotes cada 3 o 5 años. “En Argentina las zonas más afectadas hasta hace algunos años eran el NEA (Misiones, Formosa, Chaco y Corrientes) y algunas provincias del Noroeste, sobre todo la zona de Orán en Salta. No obstante, hemos visto en los últimos dos brotes 2015-2016 y 2019-2020 que esto se ha ido desplazando hacia la zona Centro del país; tuvimos brotes en provincias como Córdoba, Santa Fe y en el Área Metropolitana de Buenos Aires también, originados por la mayor densidad poblacional y el cambio climático, entre otros factores. Es decir que el dengue está extendiéndose en el mundo y también en nuestro país; por esto, tenemos un elevado porcentaje de personas que están en riesgo o que ya se han infectado y están en riesgo de un segundo episodio que puede llegar a ser más grave”, informó.
La enfermedad del dengue se presenta con un cuadro febril agudo e inespecífico, se llama así porque es un cuadro de menos de 7 días de duración, sin síntomas respiratorios. A estos signos, suele agregarse habitualmente dolor de cabeza intenso, dolor detrás de los ojos, dolor muscular y en las articulaciones y a veces diarrea o vómitos; también en ocasiones aparece una erupción en la piel.
Estos síntomas, por lo general, ceden en unos pocos días, aunque en algunas ocasiones puede complicarse y evolucionar a un cuadro de dengue grave con afectación de órganos, distrés respiratorio o shock.
Para prevenir esta situación, el personal de salud deberá prestar atención y alertar sobre determinados signos de alarma que suelen aparecer cuando la fiebre se va, y esto no es menor, porque cuando la fiebre cede es cuando el dengue puede empeorar”, advirtió la doctora Urueña.
Entre los signos de alarma, se destacan el dolor abdominal intenso o continuo, los vómitos que persisten, el sangrado de mucosas, irritabilidad o somnolencia, y derrame pleural, todas situaciones que deben detectarse en la consulta. La letalidad del dengue en general es baja, menor al 0,1 por ciento. “Es una enfermedad que en general no mata, porque si se brinda adecuada hidratación a tiempo, nadie debería morir de dengue”, subrayó la especialista.
Argentina representó unas 56.000 infecciones (entre probables y confirmadas) sin antecedentes de viaje. En la actualidad, según los últimos reportes epidemiológicos, para la temporada 2021-2022 (hasta la semana 32 de 2022) se confirmaron 789 casos sin antecedentes de viaje al exterior, todos ellos durante 2022. Los casos se presentaron en Salta, Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Santiago del Estero y Misiones. Salta aportó un 77% de los casos confirmados, seguida por Buenos Aires con un 19% y Santa Fe con un 3%.
Si bien los casos se distribuyeron entre las semanas (SE) 04 y la SE 23 del 2022, el 62% se concentró entre las SE 14 y 18. Según el informe, no se registraron fallecimientos. Además, se estudió el serotipo del 30% de los casos y se observó que el 89% correspondía a DEN-2 (Salta y un caso en Santiago del Estero) y el restante 11%, al serotipo DEN-1 (Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba).
“Si tenemos en cuenta que el último brote fue hacia fines de 2019 y comienzos de 2020, estamos a casi tres años, con lo cual debemos estar atentos. En Brasil, en el Estado de Paraná, ya se registró un número significativo de casos. Tenemos que fortalecer la vigilancia epidemiológica, porque nos ayuda a detectar precozmente la aparición de brotes y trabajar en el entrenamiento del personal de salud para la atención adecuada: está demostrado que en aquellos lugares donde hay entrenamiento y capacitación los índices de mortalidad y hospitalización son más bajos. También es importante el control ambiental en general y del microambiente de cada persona”, indicó Bonvehí, quien también es miembro del Comité de Vacunas de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI).
Los especialistas coinciden en señalar que el dengue no es solamente un problema de una región de la Argentina, sino de todo el país debido a la gran movilidad, la densidad poblacional, el cambio climático y la presencia del vector en casi todo el territorio.
Y el dengue no es la única enfermedad que traen el cambio climático. Más del 58 por ciento % de las enfermedades humanas causadas por patógenos, como el dengue, la hepatitis, la neumonía, la malaria y el zika han empeorado por el cambio climático, según un estudio publicado en Nature Climate Change.
Los hallazgos se producen en momentos que muchas regiones del mundo atraviesan sequías y olas de calor sin precedentes, y cuando el mundo aún enfrenta la devastadora pandemia de covid-19 de 2020-2021.
El incremento de temperaturas aumentó el área en la que están activos los organismos causantes de las enfermedades, generalmente las transmitidas por insectos, como dengue, chikungunya, enfermedad de Lyme, virus del Nilo occidental, tripanosomiasis, equinococosis y malaria.
Los investigadores también hallaron que algunos eventos climáticos como inundaciones, aumento del nivel del mar y tormentas acercan los patógenos a los humanos, causando leptospirosis, fiebre de Lassa, giardiasis, gastroenteritis, cólera, neumonía y hepatitis, entre otros.
Los autores del estudio subrayan que los aumentos en las temperaturas globales provocan una expansión geográfica de artrópodos como los mosquitos y garrapatas, que actúan como vectores (transmisores de enfermedades) de agentes virales, bacterias y parásitos (dengue, rickettsiosis, malaria).
Este aumento de las temperaturas acelera los ciclos reproductivos de estos insectos y de los ciclos de replicación de agentes virales transmitidos por ellos, alertan los virólogos.