Con una sartén y un colador un grupo de voluntarios tamiza la arena a lo largo de la costa de Australia. El microplástico de menos de cinco milímetros de longitud está por todas partes y, a pesar de su diminuto tamaño, el daño que causa es colosal. En nuevo estudio, un grupo de analistas ha calculado que, cada año, se filtran a nuestros océanos alrededor de 12 millones de toneladas de estas peligrosas partículas.
Tortugas, peces, reptiles marinos e incluso grandes mamíferos de los océanos se están viendo afectados por la llegada del plástico a las aguas donde viven y se alimentan. Por suerte no faltan voluntarios para limpiar el desastre, muchos de ellos científicos.
Forman parte de ‘AUSMAP’, siglas en inglés de ‘Proyecto australiano de evaluación de microplásticos’. Primero, examinan la línea de la marea alta en busca de plásticos visibles antes de combinar dos tamices de diferentes tamaños para separar los granos de arena y otros elementos orgánicos de los microplásticos. Encuentran desde tapas de botellas rotas hasta colillas de cigarros y fibras textiles, publica ‘ABC Australia’.
“Es motivo de preocupación. Cuando tienes estos altos niveles de plásticos en los océanos, entonces sabes que son una fuente potencial de daño para la vida marina local o la vida de agua dulce", dice en este medio Scott Wilson, director de investigación de AUSMAP. "Pero también, potencialmente, si consumimos esas especies, entonces hay un movimiento potencialmente hacia los humanos", añade.
El uso generalizado de productos desechables de bajo coste ha aumentado en los últimos 50 años hasta alcanzar, calculan, la desmesurada cifra de 12 millones de toneladas cada año.