Allí donde no llega la luz llegan los plásticos, la contaminación de los océanos se está convirtiendo en un elemento que debería estar en la mente de todos, sobre todo cuando depositamos plásticos u otros objetos sin tener en cuenta el desastre que estamos conllevando. Este material intruso puede llegar a permanecer a 1.000 metros de profundidad.
Un punto en el que, según Ricardo Aguilar, de la ONG Oceana, la degradación es inexistente y los residuos llegan a sobrevivir miles de años. "Cuando estamos hablando de las grandes profundidades marinas, la degradación es inexistente, lo que quiere decir es que estos plásticos estarán allí durante milenios", ha explicado Aguilar.
Esta contaminación ha sido hallada en diferentes lugares, pero uno de los más importantes es Cabo Tiñoso, Murcia, donde los corales están revestidos de un plástico que se convierte en falso alimento para las especies y que, siguiendo la cadena alimenticia, acabamos ingiriendo nosotros.
El Mediterráneo esconde contaminantes trampas que atrapan a tortugas como el grabado en las Islas Baleares. Por cada plástico que hay en la superficie debe haber unos cien en los fondos marinos, asegura Aguilar.
Un lastre que condena a mares y océanos cubiertos de basura. Bajo las aguas de Suecia han visto sillas y hasta una bicicleta. E lamentable final es que los océanos son aguas convertidas en vertederos marinos.