Un estudio internacional, liderado por la Universitat de Barcelona y el Institut Guttmann, ha identificado tres perfiles psicológicos relacionados con distintos patrones de deterioro cognitivo y cerebral en el envejecimiento.
La investigación, que ha analizado a más de mil personas adultas de mediana edad y personas mayores, concluye que las características psicológicas específicas de cada perfil podrían influir en el riesgo de desarrollar demencia, así como en aspectos como la velocidad de deterioro cerebral y la calidad del sueño.
Las investigaciones recientes han detectado características psicológicas que pueden asociarse a un aumento del riesgo o de la protección contra el deterioro cognitivo, la neurodegeneración y la demencia clínica. Es el caso de tener pensamientos negativos repetitivos, la tendencia a experimentar angustia y el estrés percibido, que se asocian con mayor riesgo.
Por contra, tener un sentido de propósito vital o la autorreflexión serían factores de protección frente a este declive. En este estudio, el equipo investigador examinó si estos factores se combinan en perfiles psicológicos similares en dos cohortes independientes, con personas adultas de mediana edad y personas mayores sin deterioro cognitivo.
Los resultados muestran que tener un perfil psicológico "bien equilibrado", con factores de protección moderadamente altos y factores de riesgo moderadamente bajos, se relaciona con una mejor salud cognitiva y mental en todos los indicadores medidos.
Por otro lado, un perfil psicológico con bajos niveles de características protectoras, como el sentido de propósito vital, la extraversión o la apertura a nuevas experiencias, se relaciona con una peor cognición, especialmente en las personas mayores; una atrofia cerebral más acentuada, ya observable en adultos de mediana edad; y una menor adherencia a estilos de vida saludable.
Por último, el tercer perfil identificado, caracterizado por altos niveles de rasgos psicológicos negativos o de riesgo, como una propensión elevada a la angustia y pensamientos negativos, "puede aumentar el riesgo de deterioro cognitivo y demencia a través de una vía psicoafectiva, que incluye la expresión de síntomas como la depresión, la ansiedad, quejas cognitivas, soledad y trastornos del sueño".
Estos resultados, una vez se hayan validado mediante estudios con mayores muestras, "podrían tener implicaciones importantes para la creación de intervenciones preventivas diseñadas para modificar factores psicológicos y estilos de vida" más personalizadas.
"Las personas con rasgos compatibles con el perfil psicológico con bajos niveles de factores protectores podrían beneficiarse de terapias psicológicas que incluyan la identificación o reidentificación de comportamientos valiosos y propósitos vitales", apunta Bartrés-Faz.
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