Salir a la calle se ha convertido en un auténtico calvario para Marcel, un hombre de 38 años que no puede entrar en silla de ruedas a su edificio debido a un tramo de escaleras que le dificulta el acceso. "Tengo que cargar la silla que pesa 110 kilos para acceder. No paro de sufrir más daño y me genera pánico", admite el vecino del barrio del Carmel (Barcelona).
Marcel sufrió un accidente laboral hace cinco años y tiene reconocida un 65% de incapacidad como consecuencia de su lesión lumbar degenerativa: "Me fastidié las lumbares y hace cosa de dos años que preciso de ir en silla de ruedas porque no puedo caminar más de 20 minutos".
Sin embargo, uno de los momentos en los que tiene que ponerse en pie y hacer un esfuerzo añadido es para entrar y salir de casa. "Llevo un año viviendo en este lugar. Se convierte en una pesadilla diaria entrar y salir de mi hogar. Me hago daño", admite el vecino, quien ha reclamado al Ayuntamiento de Barcelona en varias ocasiones que instale una rampa para superar así el tramo de escaleras: "Han ido dándome largas hasta ahora".
Un sufrimiento que le ha llevado a presentar una propuesta de urbanización y adecuación de la vía pública al consistorio, que está a la espera de recibir una respuesta favorable. "A raíz de hacerme daño, me genera pánico", destaca Marcel, quien se ha llegado a plantear la opción de marcharse del barrio, aunque no tiene ningún tipo de ingreso económico.
"Lo pienso desde el primer día. De momento no veo ningún avance y aún menos una solución", lamenta el hombre, quien también barajó la posibilidad de comprarse una silla eléctrica plegable más ligera. "Está fuera de mi alcance porque estoy sin cobrar absolutamente nada y la silla que preciso son 3.500 euros. Pero esto sería un parche, no la solución. Tendría que cargar igualmente la silla, aunque pesa 30 o 40 kilos".
Por ello, Marcel ha pedido ayuda por redes sociales para conseguir dejar atrás el suplicio diario que vive para salir al exterior. "El edificio está adaptado para personas minusválidas al disponer de una plataforma elevadora para llegar a casa. Pero no es oro todo lo que reluce porque el problema lo tengo justamente fuera del edificio".
Una barrera que le obliga a "subir a pulso" su silla y que, por miedo a hacerse más daño, le ha cogido pavor a salir de casa. "Me encuentro dañado físicamente y frustrado. Ya no sé qué más hacer", culmina Marcel sobre un problema que lastra su vida a diario.
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