Ir a la playa es uno de los planes usuales en plena temporada de verano. Un lugar repleto de bañistas y también de colillas de cigarrillo, el residuo "más abundante" en la costa de la región occidental del Mediterráneo, según Rezero.
La Fundación para la Prevención de Residuos y el Consumo Responsable ha destacado el mar de colillas en Cataluña, donde más de ocho mil millones de cigarrillos se consumieron en 2023, mientras que en las Baleares ha sido aún mayor.
"Una sola colilla de tabaco es una pequeña arma de destrucción masiva. Su toxicidad se concentra en el filtro, 100% plástico, concretamente, acetato de celulosa no biodegradable. Solo una colilla puede llegar a afectar la calidad de 1.000 litros de agua y mantenerse al medio hasta 15 años", ha puesto en valor Rezero sobre unas colillas que son el 25,33% del total de desechos marinos recogidos.
Para revertir la situación, la fundación ha estudiado la aplicación del Sistemas de Depósito Devolución y Retorno (SDDR). "Del mismo modo que pasa con los envases, los productores asumirían los costes de infraestructuras, de logística y de tratamiento, pero además, se conseguiría la recogida selectiva de las colillas para tratarlas y valorar el material", añaden.
Algunos municipios ya han dado el paso para prohibir el consumo de tabaco en las playas. El último caso es el de Lloret de Mar (Girona), donde los bañistas se enfrentan a sanciones que pueden alcanzar los 750 euros.
La medida pretende mejorar la experiencia de los bañistas, tanto por las molestias del humo como por la mejora de la calidad e higiene de la arena, contribuyendo a la eliminación en el Mediterráneo de uno de sus grandes agentes contaminantes.
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