Josep Pons es el único productor local de rosas que queda en Cataluña. Un negocio que en Sant Jordi coge otra dimensión y que ha permitido al propietario de la empresa Flors Pons seguir cultivando este tipo de flores pese a la decaída en una producción prácticamente anecdótica en el territorio catalán.
"Si no hubiera Sant Jordi, ya hubiéramos dejado de cultivar rosas hace tiempo. Lo que pasa es que la Diada es muy importante y nos mantiene cultivándolas", explica Josep Pons a Informativos Telecinco.
El 63% de las flores que compran los catalanes por Sant Jordi provienen de Colombia, el 15% de Ecuador y el 20% de Holanda, mientras que la aportación nacional --mayoritariamente de la zona de Levante y del Maresme (Barcelona)-- es del 2%.
"Tenemos mucha competencia de países de fuera. Sobre todo de Sudamérica. Llevan los precios muy baratos. Aquí nos sacan todas los pesticidas y allí pueden tratar con todo", admite Josep sobre un mercado que ha ido perdiendo fuelle en su negocio con el transcurso del tiempo.
"Depende del año, perdemos rosas. Debido al clima quedan más pequeñas y las que llegan de Sudamérica son más grandes. La gente ya se ha acostumbrado. Con eso no podemos competir", añade el único propietario de rosas catalán, quien sí logra rivalizar con las flores de otros países en Sant Jordi. "Son de calidad, pero el resto de año la pierden debido al clima".
Una problemática que no sufren en Colombia. "Las que llegan de allí son iguales durante todo el año. Esto hace que el florista no se mate buscando otro tipo de rosas. Las mías están distribuidas por Barcelona". De hecho, sus clientes ya no son las floristerías, que "se pueden contar con los dedos de las manos" y sus flores las vende a colegios, asociaciones o librerías.
Ante esta situación, Josep ha decidido arrancar uno de los tres invernaderos que tiene en Santa Susanna (Barcelona). "Los otros dos miraremos de aguantarlo lo que podamos. El año que viene habrá rosas catalanas, la proporción es muy pequeña. Si todo va bien, nos vamos a las 70.000".
Los catalanes comprarán por Sant Jordi unos siete millones de rosas, lo que supone un 20% más que en 2023, según las estimaciones de Mercabarna-flor, que prevé vender 2,3 millones de estas flores.
El presidente del Gremi de Majoristes de Mercabarna-flor, Miquel Batlle, tachó la producción catalana de prácticamente anecdótica por la falta de relevo generacional entre los agricultores, el coste de las infraestructuras que requiere el cultivo y la presión demográfica de Barcelona hacia el Maresme: "Es el último año", sostuvo.
Battle desvinculó la desaparición de la producción autóctona de la sequía, mientras que recordó que para la agricultura catalana ya era "imposible e inviable" responder a la alta demanda de Sant Jordi.
Respecto a las variedades comercializadas, el 80% de rosas serán rojas, mayoritariamente de las variedades Freedom --preferida por el 75% de los catalanes por su capullito más cerrado-- y Naomi --por la que optan el 15% de los compradores, más abierta--.
No obstante, Batlle destacó la tendencia más habitual por optar por rosas de colores diferentes: "La gente pide variedades nuevas, pero la reina indiscutiblemente es la roja".
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