Gabriel, de perder un ojo por una paliza a crear una fundación con la indemnización: "La ceguera se vive en soledad"

Perder la visión de un ojo por culpa de una brutal agresión en las fiestas de Gràcia, en Barcelona, ha llevado a Gabriel Mattioli a crear la Fundació Punt de Vista. Un proyecto en el que invirtió el dinero de la indemnización, tras el trágico suceso que le cambió la vida en 2015, para que otras personas con discapacidad visual "tengan más opciones médicas" de las que tuvo el matemático a sus 28 años.

Los hechos se remontan ocho años atrás, concretamente a la madrugada del 15 de agosto, cuando Gabriel se dirigía a casa junto a su novia y amigos tras disfrutar de una de las fiestas más populares de la capital catalana. Sin embargo, un grupo de menores se interpuso en su camino.

"Inicialmente, pidieron un cigarro, pero estaban buscando conflicto. Pegaron a mi pareja y a otra amiga. Cuando fuimos a separarles, apareció un grupo enorme de chicos muy jóvenes", recuerda el científico, quien trató de evitar una mayor confrontación.

Pese a ello, la brutal paliza llegó cuando todo parecía quedarse en un tumulto leve. "Minutos más tarde, vino el mismo grupo con aún más gente, entre 15 y 20 personas armadas con todo tipo de objetos que habían arrancado de los decorados de las calles". Primero pegaron a un amigo suyo, que cayó al suelo mientras le pateaban, y Gabriel intentó levantarle sin éxito.

"En ese momento me pegaron con un palo de palé en la cabeza. Caí completamente y me dieron patadas por todo el cuerpo en el suelo. Incluida la cara, lo que me causó la lesión en el ojo por una explosión del globo ocular", rememora tras un suceso en el que la misma noche perdió la visión.

Gabriel trató de forma incesante adaptarse a la nueva realidad visual antes de darse por vencido y ponerse una prótesis. "Quizás habría solución en 15 o 20 años. Lo tomé de forma constructiva, dentro de la tragedia. Por supuesto que lo lloré. Pero si el problema de un ojo es perder la tridimensionalidad, pues trataba de ejercitarla".

Cada mañana bajaba a jugar a ping-pong con una amiga que estaba en el paro en aquella época. "Al principio era malísimo, pero daba igual porque era un ejercicio de entrenamiento puramente cerebral. Fueron meses muy especiales donde mi vida se paralizó, pero que me sirvieron para participar activamente en mi propia recuperación física, sensorial y emocional"

Pese a su lucha diaria, y tras ocho intervenciones quirúrgicas en un año, el matemático se dio cuenta de que había perdido "la normalidad", por lo que decidió eviscerar el ojo y afrontar un nuevo capítulo de su vida.

Aquella misma noche, la idea de ayudar a otras personas le pasó por la cabeza. "Yo solo quería recuperar mi ojo y seguir con mi vida. Pero decidí que lo mejor que podía hacer con el dinero de la indemnización era darlo para crear un premio científico. Una forma de contribuir a que la persona que diez años después sufra algo parecido a lo que viví yo, y por desgracia pasará, tenga más opciones médicas de las que tuve yo".

Así hizo realidad el sueño de crear en 2018 la Fundación Punt de Vista, que financia los 'Point of View Award', un premio internacional de investigación dotado con 10.000 dólares que se entrega anualmente. "Es un sueño personal hecho realidad. Seguimos sin haber encontrado la cura para la investigación a la ceguera. Es un reto en curso, pero soy muy feliz", reconoce Gabriel.

Su fundación actúa a partir de tres líneas de actuación relacionadas con la discapacidad visual. Desde el impulso a la investigación científica al acompañamiento a las personas en el proceso de pérdida de visión.

Perdí muchísimo, pero podría haber sido peor

"La ceguera se vive bastante en soledad y sin referentes con los que compartir las dudas. La gran mayoría de personas que pierden visión son enfermedades raras que las generan. No conocen a otra gente que haya pasado por eso", añade el director de la organización catalana sin ánimo de lucro.

También realizan todo tipo de actividades de sensibilización "para hacer de este mundo tan visual en el que vivimos, un poco más accesible para estas personas". Este proyecto ha dado un nuevo rumbo a la vida de Gabriel, consciente de que aquella noche de 2015 podría haber sufrido consecuencias mayores.

"Viví una circunstancia trágica, fue una agresión criminal terrorífica. Podría haber muerto, soy muy consciente. El golpe que recibí era mortal y las heridas cerebrales podrían haber sido más graves que solo la pérdida de un ojo. Es perder muchísimo, pero podría haber sido peor", afirma.

De hecho, la Fundació Punt de VIsta le ha permitido conocer más realidades del mundo de la discapacidad visual que desconocía. "Ayudar a tantas personas que no ven bien a que algún día puedan encontrar una solución para su mal me enorgullece".