Las torturas que sufrió Carles Vallejo por parte de la policía franquista en la comisaría de la Via Laietana en los años 70 no serán investigadas por la justicia.
Una decisión que decepciona al sindicalista catalán "como ciudadano", pero no como persona al "estar acostumbrado" tras la resolución del Juzgado de Instrucción 18 de Barcelona, que inadmite su querella por unos hechos "prescritos y amnistiados", en alusión a la Ley de Amnistía de 1977.
"Es una lucha de muchos años. No me puedo permitir la decepción, me sabe mal como país y ciudadano. Pero a nivel personal no me cansaré, somos gente que perseveramos y venimos de lejos. Aguantaremos hasta que se haga justicia", ha explicado Carles Vallejo a Informativos Telecinco.
La Fiscalía de Barcelona apoyó en septiembre la admisión a trámite de la querella, la primera por crímenes franquistas tras aprobarse la nueva Ley de Memoria Democrática, que fue presentada en noviembre de 2022 por Irídia y Òmnium Cultural, entre otras entidades, y en la que se identifica a seis policías por las supuestas torturas a Vallejo, detenido dos veces y procesado tres ocasiones por su actividad política y sindical.
Esta inadmisión de la querella es una piedra más en el camino, pero no pone fin a su lucha incansable por hacer justicia. "Éramos conscientes de que era una de las posibilidades. No somos ingenuos. Pero no nos quedaremos aquí. Haremos los recursos que hagan falta. Aquí no se acaba el procedimiento. Es un eslabón más para seguir luchando contra la impunidad", añade Carles Vallejo, quien sufrió durante 20 días un "agujero negro" de torturas.
"Empiezan las patadas, los golpes y los insultos en el coche. Luego bajas a un calabozo en el subterráneo y pierdes la noción del tiempo en plena oscuridad. No sabes si es el día o la noche. Estás solo sin poder acceder a familiares o abogados, con interrogatorios cada tres o cuatro horas", recuerda.
Para Carles, la decepción por el rechazo a investigar su querella es una traba a un proceso en el que podría servir para hacer pedagogía democrática a las nuevas generaciones.
"Es por una cultura democrática colectiva. Después pasa lo que pasa, si las nuevas generaciones no saben lo que costó luchar para disfrutar de las libertades más o menos completas que tenemos, es una manera de dar paso a la impunidad y a la extrema derecha", lamenta.
Este nuevo camino les llevará a recurrir la decisión. Del mismo modo que la Generalitat de Cataluña, personada como acusación popular, según ha anunciado la consellera de Justicia, Gemma Ubasart.
La mañana del 17 de diciembre de 1970 cambió la vida por completo del sindicalista catalán, al ser detenido en la puerta de su casa en el Poblenou. "Mi delito fue tratar de organizar un sindicato democrático, cuando había un único sindicato vertical fascista, en la SEAT, donde trabajaba y tenía inquietudes para mejorar la situación que vivíamos".
Una detención por un delito que actualmente es un derecho constitucional. "Explicar esta situación es hacer cultura democrática para las nuevas generaciones". Él trató de huir, pero los agentes le alcanzaron de inmediato y el caos empezó de camino a la comisaría de Via Laietana. "Tuve la desgracia que era un estado de excepción, por lo que el límite de tiempo en manos de la policía era indefinido y normalmente eran 72 horas", recuerda Carles, impotente ante las torturas sufridas por parte de seis policías.