Maria Àngels y Jordi tienen una granja de alpacas y llamas desde 2014, cuando ella vio un documental en la televisión que le hizo enamorarse de estos camélidos originarios de la región andina. Viajaron a Cantabria y Euskadi ese mismo verano para conseguir las primeras alpacas, que fueron trasladadas a la finca de Cercs (Barcelona), a más de mil metros de altitud, donde Maria Àngels se crió.
Años más tarde, abrieron la granja al público para compartir su amor por estos animales con aquellos que quisieran acercarse a conocerlas y, desde 2021, ofrecen también sesiones de yoga con alpacas en el bosque. "Abrimos para que la gente pueda vivir experiencias, siempre desde el respeto a ellas", cuenta Maria Àngels, que se describe a si misma como "la chica de las alpacas".
Asegura que se trata de "una experiencia relajante y divertida a la vez", en la que la profesora, Mercè, toca música y canta en directo mientras guía los movimientos de los alumnos. Al mismo tiempo, Maria Àngels deposita pequeñas cantidades de comida en las márfegas de los practicantes, lo que anima a las alpacas a acercarse más.
Las alpacas "son muy curiosas, todo lo que se salga de la normalidad les hará acercarse", dice Maria Àngels sobre el contacto directo que establecen estos animales con los visitantes de la finca. Se comportan de esta manera tan simpática y amistosa "siempre y cuando no las quitemos de su espacio natural, de su hábitat", es por eso que son los participantes de las clases de yoga los que se desplazan hasta la finca y no al revés.
Mercè había sido profesora de yoga desde hacía veinte años cuando, hablando con Maria Àngels tuvieron la idea de empezar a organizar clases con alpacas: "Nos pareció muy interesante la idea de fusionar el yoga con la naturaleza". Algo que fomenta "el hecho de estar presente en el lugar, adaptarte constantemente a la situación y tener que improvisar " porque, sonríe, las alpacas "meten la cabeza de por medio cuando estás haciendo una figura y tienes que cambiarla".
Y es precisamente eso lo que cree "la chica de las alpacas" que es el triunfo de estas sesiones de yoga, que "la gente respira aire fresco y conecta con unos animales que son muy sensitivos y tranquilos" y que, incluso garantiza que son capaces de detectar el estado anímico de las personas y empatizar con ellas.
"La gente respira paz y tranquilidad, salen maravillados y relajados", describe Maria Àngels sobre la acogida del proyecto entre los que ya se han atrevido a probar. Y Mercè coincide con ella porque asegura que las alpacas en la clase ayudan a que los alumnos se comporten de manera más natural: "Cuando estás haciendo yoga y ves una alpaca, igual te apetece acariciarla, pues lo haces".
Se trata, asegura de una buena estrategia de relajación que ayuda a los practicantes a "dejarse llevar y ser ellos mismos, sin la necesidad de seguir una pauta cerrada".