Mientras los agricultores de Lleida temen pérdidas de hasta 60.000 euros por hectárea por el cierre del Canal de Urgell, otros sectores como el de la jardinería empiezan a notar los efectos de la falta de precipitaciones. Este abril han bajado los encargos de particulares y ayuntamientos por miedo a no poder regar.
"Estamos preocupados. La bajada de facturación acaba de empezar", asegura Miquel Marín, presidente del Gremio de Jardinería de Cataluña. Tienen precedentes: "Con la sequía de 2008 se redujo a la mitad y cerraron el 30% de las empresas", añade. El sector del verde agrupa 4.800 empresas en Cataluña y 24.000 puestos de trabajo.
El diseño de jardines vive su momento álgido durante los meses de primavera. Este abril han notado un cambio de tendencia: "La gente que tenía previsto hacer un jardín no invierte porque no sabe si lo podrá regar", asegura. El diseño de un jardín pequeño cuesta de media entre 300 y 500 euros, en función del lugar y la empresa.
El sector de los jardines en la cuenca mediterránea vive un cambio de tendencia en la última década: "Desde la sequía de 2008 no recomendamos el césped ni plantas exóticas, que necesitan grandes cantidades de agua", explica Marín. "Recomendamos variedades autóctonas como el romero, tomillo o el lentisco", explica Marín. "Por suerte, cada vez más gente lo comprende aunque hay jardineros que han perdido clientes que pedían césped y les han dicho que no podía ser", asegura.
La transformación también afecta a los sistemas de riego: "Nuestros asociados recomiendan siempre el riego por goteo, que no malgasta el agua, o depósitos de agua de lluvia", explica.
Pero en Cataluña apenas llueve desde hace meses. Según avanzó el Govern, si la situación persiste habrá restricciones en el agua de boca a partir de septiembre que afectarán al 80% de la población. Los jardineros temen que a partir de entonces se prohíba el riego para la supervivencia de árboles, permitido en la actualidad. Aseguran que las consecuencias medioambientales podrían ser nefastas.
"Si matamos las plantas, cortamos el ciclo del agua, habrán menos lluvias e iremos hacia la desertización", cuenta Marín. "El verde es necesario frente al efecto isla de calor. Está demostrado. En Barcelona la temperatura es dos grados superior que en los pueblos de alrededor por la falta de plantas", asegura.
Reclaman un plan de usos del agua de largo alcance: "Los fondos Next Generation se han dirigido al sector digital, eso está bien, pero también contemplan la vertiente ambiental. Hace falta un sistema de regeneración del agua eficiente y una modernización de los sistemas de riego que agradecerán las generaciones futuras", asegura.
La presidenta del Mercado de la Flor de Vilassar, Mercè Martínez, lo apoya: "No usamos agua de boca para el riego sino agua regenerada o desalinizada y mucha de ella se pierde en la actualidad", asegura. "Sabemos que las sequías serán cíclicas. ¿Dónde están todas las inversiones que se prometieron en 2008?", se pregunta.
La Generalitat anunció este año que tiene previsto duplicar la capacidad de la desalinizadora de Blanes que igualará el volumen de la de El Prat, la mayor desalinizadora de Europa. También prometió la construcción de nuevas plantas de agua regenerada a partir de aguas fecales. El gremio cree que ya deberían estar en marcha.
Mientras el sector de la planta ornamental mantiene las ventas altas estos días, entre Sant Jordi y el Día de la Madre, es la planta de rama la que se ve afectada. Los gardens empiezan a acumular stock de petunias, surfinas y geranios que se plantan tradicionalmente en primavera: "También lo notamos en el sector público. Algunos ayuntamientos han abandonado el riego o no plantan en sus parterres y rotondas", cuenta Martínez. Tradicionalmente, el espacio público planta variedades primaverales en abril que cambia por variedades de invierno en octubre.
A Martínez le preocupa también la desertización: "El agua de boca y el agua de los cultivos es de primera necesidad pero no olvidemos las plantas o iremos hacia la desertización", asevera. Y añade que mantenerlos con vida no debe suponer una amenaza en los hogares: "Regar el jardín consume sólo el 4% del agua que gasta un hogar. Si aprovechamos el agua que cae de la ducha antes de que salga caliente ya tenemos suficiente para regar todas las plantas de casa", recomienda.