En medio de la devastación y de la oscuridad más absoluta, cualquier gesto de humanidad, por pequeño que sea, se convierte en la luz más esperanzadora a la que alguien pueda agarrarse. Más aún si ese gesto va dirigido a quienes seguramente no entiendan qué está pasando en sus casas, o no sepan por qué llevan casi una semana sin ir al colegio.
A ellos, a los niños, va dirigido el mensaje que ha aparecido escrito en la pizarra de un colegio que sirve estos días de cobijo para voluntarios y cuerpos y fuerzas de seguridad: "Hemos dormido en vuestra clase, somos policías de Montilla (Córdoba) que hemos venido a ayudar"
Una foto tomada a esa pizarra está dando la vuelta al mundo como símbolo de esperanza. En ese colegio de Paiporta, epicentro de la tragedia, no saben cuándo podrán volver a escuchar el algarabío de niños llenando las aulas, pero al menos de esta forma quedará otro tipo de aprendizaje: siempre quedan fuerzas para dibujar una sonrisa.
"Seguro que pronto volvéis al cole. Todo va a salir bien. Nos han encantado vuestros dibujos", son las cariñosas palabras que Chari Verde, agente de Policía Local de Montilla, escribió en la pizarra del aula en la que había pasado la noche.
Junto a ella estaba su pareja, David Pino, también Policía Local, experto en rescates e instructor canino. Ambos han pasado tres noches sobre una manta entre las cuatro paredes de ese colegio. Llegaron a Paiporta el jueves por la noche de la mano de la ONG SOS Ayuda Sin Fronteras de Sevilla.
Con ellos viajan otras ocho personas en cuatro vehículos: "Nosotros mismos hemos pagado la gasolina de ese viaje, nadie nos ha ayudado", cuenta David todavía exhausto por lo que ha vivido. Para él no era la primera experiencia en un lugar destrozado por una catástrofe, sin embargo asegura que jamás ha visto nada igual: "Es un escenario de guerra".
Hace 20 años que se dedica al rescate de personas con perros. Es justo a lo que iba, "pero solo hemos encontrado cadáveres", nos cuenta David que siente la necesidad de poner voz a lo que no va a olvidar nunca.
Hace dos días que regresaron a casa, y es justo ahora cuando las fuerzas flaquean, esa fuerza que les llevó a escribir un mensaje lleno de luz en medio de la nada, ya no está: "Ahora es cuando nos estamos dando cuenta de lo que hemos vivido porque alí no podíamos tirarnos al barro a llorar", asegura.
Si algún día las puertas de ese colegio de Paiporta vuelven a abrirse, un mensaje en una pizarra recordará a los más pequeños de ese pueblo que voluntarios de todo el país viajaron para ayudar a sus familias a recuperar sus vidas.
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