Con solo 10 años Alejandro está a punto de empezar su cuarto ciclo de quimioterapia. Será el próximo dos de mayo. Luego vendrá la recuperación, entre dos y cuatro semanas, y si para entonces no ha encontrado un donante de médula compatible, no habrá más tiempo.
Es el final de una cuenta atrás en la que vive inmersa desde hace meses María Luisa, la madre de Alejandro. "Me siento como quien va en una cinta transportadora", confiesa mientras espera que antes de ese momento aparezca la persona que tenga en su sangre la cura para su hijo. Si no lo hace recurrirán a la de los progenitores.
"En ese momento, los médicos verán qué opciones tenemos, pero seguramente tirarán de nosotros", dice María Luisa. El problema es que los padres solo son un 50% compatibles, lo que reduciría a la mitad las opciones de Alejandro.
"Se te parte el alma de verlo sufrir... le coges la manita, le das consuelo, pero no le puedes ayudar", dice su madre que aun así no deja de intentarlo. Desde que su hijo empezó una batalla contra la leucemia, María Luisa empezó otra levantando su voz para difundir mensajes a favor de la donación de médula.
"La compatibilidad es muy difícil", explica la madre de Alejandro, pero lo hace más difícil el escaso número de donantes que hay en España. Según el Registro Español de Donantes de Médula Ósea, la cifra actual se sitúa en 556 personas por cada millón de habitantes.
Detrás de las cifras está el miedo y detrás del miedo está la confusión. "La gente confunde médula ósea con médula espinal", dice María Luisa, "y piensan que es algo peligroso, que se hace en un quirófano algo o que deja secuelas". Ese miedo aleja la cura de Alejandro y de muchas más personas con enfermedades vinculadas a la sangre.
"Yo voy buscando a la persona compatible para mi hijo, pero se que esto va a favorecer a mucha gente", dice María Luisa. Su búsqueda de un donante para Alejandro ha movilizado a mucha gente en todo el país. "Lo hacen cuando le explican que es solo un pinchazo a cambio de una oportunidad de vida".
El reloj sigue corriendo y no hay tiempo que perder en la agenda de María Luisa. Cada llamada, cada entrevista puede dar, cada grito de auxilio que lanza pude llegar a esa persona compatible con Alejandro que le devuelva a su vida anterior. "Esa oportunidad es ahora", dice su madre, en unas semanas ya no habrá vuelta atrás.
"Alejando es un niño luchador", dice su madre que le ha visto pasar momentos duros de los que regresa siempre con una sonrisa cuando mejora. Sin embargo, ya tiene 10 años, "se va dando cuenta de cosillas", confiesa Maria Luisa, que confía en que tanto esfuerzo tenga por fin su recompensa.
"Le veo su carita, su sonrisa inocente...", dice la madre de Alejandro que no para de pensar que ahí fuera hay una persona que puede cambiar la vida de su hijo. Puede ser quien lea esta entrevista o todas las demás que lleva meses haciendo para medios de todo el país. "Le tengo que ayudar", dice María Luisa, "si hay alguien compatible... como no voy a hacer lo que estoy haciendo".
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