La carrera de Ricardo en Málaga: 42,191 kilómetros de sufrimiento y 4 metros de solidaridad

Ricardo Rosado llegó a Málaga con la idea de ganar una maratón. Lo que no se imaginaba es que sin haberla ganado se marcharía ovacionado como todo un campeón. El atleta madrileño quedó en sexta posición después de ceder la quinta al keniata Evans Kimptai al que pudo adelantar, pero no quiso, a pocos metros de la meta.

"Yo había salido a un ritmo más conservador", dice Ricardo, que corría por primera vez la Generali Maraton de Málaga celebrada el día 10 de diciembre. "Poco a poco fui adelantando a algunos atletas africanos que habían salido a un ritmo más alto". Pasó a tres de ellos y también a un corredor peruano y así llegó a la recta final en sexta posición.

"De repente vi a Evans que me sacaba bastantes metros", explica Ricardo, que según avanzaba tenía al atleta keniata cada vez más cerca. "Algo pasaba", explica Ricardo, pero no sabía qué. El corredor africano se encontraba mareado y apenas podía continuar cuando intentaba alcanzar la meta que ya tenía a escasos metros.

Ceder la quinta plaza

En ese momento Ricardo Rosado tiró de instinto. "No lo pensé, me salió totalmente espontáneo", cuenta el corredor que decidió ayudarle y dejarle entrar primero en la meta. "Deportivamente había sido mejor que yo durante 42 kilómetros, no iba a ganarle por cuatro metros", sentencia Ricardo.

El gesto no solo cedía una posición, también una cuantía económica. Solo los cinco primeros corredores en llegar reciben premio, sin embargo ante el gesto de Ricardo, la organización de la maratón decidió entregarle la misma cantidad que si hubiera quedado quinto, en lugar de la sexta posición en la que llegó.

Lluvia de felicitaciones

Su gesto le ha valido además la felicitación de cientos de personas tras viralizarse el vídeo en el que se puede ver a Ricardo ayudando a Evans a entrar en la meta. "Estoy un poco abrumado", dice el corredor, "nunca pensé que un gesto espontáneo tuviera tanta repercusión y recibir tantos mensajes de cariño".

En el AVE regreso a Madrid, algunos corredores quisieron agradecerle el gesto. "Me impactó un poco que me vinieran a saludar", cuenta Ricardo, "uno de ellos me llegó a decir que cosas como esta le hacían creer en la humanidad". 

Al final, correr no es solo correr, y menos cuando se trata de una maratón. "Aquí es muy fácil identificarse con el sufrimiento de un compañero", dice Ricardo, y él es el ejemplo de que no hay que llegar primero para ser un campeón.

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