Esta puede parecer una historia pequeña, pero es enorme a los ojos de una madre que ha visto como su hijo de 12 años, síndrome de Down y dentro del espectro autista, ha pasado toda una noche cantando y bailando rodeado de miles de extraños a los que no conocía de nada... Bienvenidos al primero concierto de Israel.
"Mi hijo no habla, pero sí que canta", dice su madre Rocío Mascareña... y casi siempre canta lo mismo: las canciones de Manuel Carrasco. "Tiene algo especial con él", tanto que en el coche solo pueden poner su música y cada mañana lo despiertan con su tema 'Qué bonito es querer' a modo de despertador.
Hasta ahora no se habían atrevido a llevarlo a un concierto. "Es complicado para él por las masificaciones, tanta gente...", señala su madre. Pero el día que supieron que el cantante haría su final de gira en Isla Cristina, donde ellos viven, no se lo pensaron demasiado y compraron las entradas para que lo viera en directo.
Horas antes del concierto, en casa, Rocío y su hija Raquel prepararon un cartel donde se podía leer: "Soy Israel y este es mi primer concierto". Con él se plantaron en el recinto ferial y se colocaron lo más cerca posible del escenario para ver bien la actuación.
"La gente que estaba a nuestro alrededor no la conocíamos de nada", dice Rocío, y aún así les arroparon casi como si fueran familia. Les protegían cuando alguien se cruzaba por medio, les ofrecieron comida, sujetaron su cartel cuando ellos no podían y hasta un chico acabó subiendo a sus hombros a Israel mientras sonaba 'Coquito'.
Fue en ese momento, a hombros de un extraño, mientras Manuel Carrasco cantaba eso de "qué bonito es verte cariño mío", cuando el cantante e Israel cruzaron sus miradas, como asegura su madre. "Hay una foto en la que se ve cómo se miran los dos", dice Rocío, orgullosa del momento que captaron.
Parecía un momento inmejorable... hasta que mejoró. "Tiene un cañón de alegría disparando en los ojos...", cantaba Manuel Carrasco desde el escenario e Israel le seguía desde abajo. "Con su canción se volvió loco cantándola", dice su madre emocionada, "la letra es muy especial, me recuerda mucho a él".
Al final de la noche, las luces se apagaron, la gira de Manuel Carrasco había terminado para todos... menos para Israel que la sigue recordando. "Nos coge el teléfono para ver las grabaciones y las fotos", dice Rocío, "le gusta recordar los momentos que ha vivido en los que ha disfrutado". A su madre no le hace falta verlos, "los tengo grabados a fuego, fue un día inolvidable".
Esta puede parecer una historia pequeña, pero es enorme a los ojos de Rocío, una madre que ha vivido en una sola noche dos conciertos a la vez, el último de Manuel Carrasco y el primero de Israel.