Desde que se inauguró el puente de la Constitución en 2015, los vecinos del barrio de Astilleros ya se dieron cuenta de que tendrían problemas. "Los vehículos salen lanzados del puente", dice Pepe Gaíño, presidente de la asociación de vecinos, que se queja de que el puente supone un grave peligro para la seguridad del tráfico.
"Hay una bajada de velocidad radical", explica Pepe, que señala que en pocos metros los vehículos tienen que reducir cuesta abajo de 80 kilómetros por hora a 40, "y muchos de ellos o no lo respetan o no son capaces de hacerlo". El resultado es que la rotonda de acceso a la ciudad desde el puente se ha convertido en un punto bastánte polémico de tráfico.
Para el presidente de la asociación de vecinos es un milagro que esto no haya ocurrido antes, aunque sí habían tenido lugar otros incidentes en la zona. "A mi mismo me ha pasado que un coche me ha tirado yendo yo en silla de ruedas porque no ha llegado a frenar", explica Pepe Gaíño, "gracias a Dios tuve mucha suerte".
Este no es, sin embargo, el único punto negro de tráfico en la zona. Los vecinos se quejan también de la salida de los aparcamientos de Hipercor o de la salida a la raqueta de El Corte Inglés. "La gente cree que dará tiempo a cruzar y aceleran", lo que provoca situaciones de riesgo que ya han acabado en varios incidentes, según el presidente de la asociación.
Los propios vecinos han comunicado su preocupación en varias ocasiones al consistorio, tanto al anterior equipo de gobierno como al actual. "Hemos hablado en muchas ocasiones", dice Pepe Gaíño. Sin embargo, para los vecinos el cruce sigue siendo un problema sin resolver.
Para los vecinos, la solución pasa por controlar de algún modo la salida del puente para que cuando los vehículos salgan de él no lo hagan a tanta velocidad. "De repente se encuentran a esa velocidad con una rotonda de varias salidas", se queja Pepe, "y todas con mucho riesgo".