Vivir en el centro histórico de una gran ciudad tiene ventajas pero también muchos inconvenientes. Se disfruta de unas vistas inigualables, aunque los accesos suelen ser complicados en coche. Son casas de un gran valor por lo general, pero sometidas a criterios estéticos limitados. En el casco histórico de Córdoba, la situación de los vecinos del barrio les deja en desventaja al no poder instalar placas solares en sus hogares.
El Ayuntamiento de Córdoba dispuso en 2007 una ordenanza de Urbanismo que prohibía la instalación de placas solares en los inmuebles del casco histórico de la ciudad, principalmente basándose en criterios estéticos. Ahora, "la situación actual del cambio climático y el precio de la luz" hace que sus vecinos reclamen "los mismos derechos que el resto de barrios", según cuenta a NIUS Lourdes Martínez, presidenta de la Comisión del Distrito Centro (CDC).
"Somos unos 32.000 habitantes en el casco histórico y tenemos los mismos derechos porque pagamos los mismos impuestos", afirma Lourdes, que muestra su indignación con la situación que vive su barrio por las limitaciones urbanísticas. "En el barrio hay toldos de 200 colores, antenas parabólicas, aires acondicionados... auténticas barbaridades", asegura, "y todo esto está en las terrazas del casco histórico, así que no nos digan que está feo porque peor es lo que se ve ahora mismo".
Lourdes vive a 100 metros de la Mezquita Catedral de Córdoba y entiende que, por su entorno, no sería correcto instalar la placa en cualquier lugar, "pero se pueden buscar emplazamientos mejores".
Diferentes asociaciones de vecinos del barrio, canalizadas a través de la Comisión del Distrito Centro que preside Lourdes actualmente, llevan años reclamando al Ayuntamiento que intervenga y levante las restricciones. "El pleno ya aprobó quitar la restricción sin debate ni siquiera", recuerda, "pero aquí la costumbre es que todo lo que se aprueba se guarda en el cajón".
Desde la CDC se han solicitado diferentes reuniones con la Gerencia de Urbanismo, a la que corresponde esta situación, "apenas han venido dos veces y solo nos han expuesto una solución con huertos solares y no nos escuchan", transmite enfadada Lourdes.
La solución que proponen desde Urbanismo es la construcción en las afueras de un huerto solar con decenas de placas solares que, mediante cables, surtan de electricidad a los vecinos del barrio, algo que no los convence. Para transporta la electricidad, se usarían cables, aunque los vecinos no están de acuerdo ya que afirman que hay demasiados y que "encima afea más aún".
Los vecinos han realizado diversas reclamaciones para solicitar que se les permita instalar las placas solares en sus inmuebles, a lo que el presidente de la Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU), Salvador Fuentes, ha asegurado que presentará una "alternativa sostenible para el casco histórico", el cual sería la construcción del citado huerto solar.
No obstante, los propios vecinos, ayudado de arquitectos, presentaron en marzo el principio de un proyecto a la GMU el cual serviría de alternativa "más viable" y que, a ojos de Lourdes Vázquez supone "darles el trabajo hecho". El informe ha sido realizado con la ayuda del arquitecto Marco Peel, también vecino de la zona desde hace 25 años. "Si las placas se ponen bien y de manera ordenada, unas comunes negras no destacarían demasiado respecto a tejas solares, por ejemplo", explica a NIUS.
La GMU, en respuesta a las propuestas de los vecinos, ha alegado trabas por el reflejo que las placas provocarían, aunque Peel asegura que "es casi nulo porque están hechos para absorber la luz", reflejando menos que "el agua, una ventana o el asfalto", por lo que se usan, incluso "cerca de aeropuertos". Urbanismo también ha puesto en duda que la UNESCO permitiese que en una zona que es Patrimonio de la Humanidad la instalación de elementos así, pero Lourdes Vázquez recuerda que "están preparando una guía de buenas prácticas de energías renovables en zonas sensibles" y pone de ejemplo que "en el Vaticano o el Palacio de Estocolmo las hay".
Volviendo al informe, Peel se suma a la tesis de la irregularidad de los tejados ante la adhesión de elementos distorsionantes como toldos o trasteros. "Los tejados se han cambiado con el tiempo con construcciones semicontrolados y aparatos que nadie ha controlado", recuerda, lo que convierte en "una oportunidad" que el Consistorio permita "dejar poner placas solares a cambio de quitar antenas en desuso o cubiertas de uralita".
Para este arquitecto, las placas son la solución a "la crisis climática y política ya que estamos contra la pared con el precio de la energía" y así tendrían "10 años hasta que salgan nuevas placas que mejoren estas". "No hace falta apenas dinero público", sentencia Peel, "porque la gente pone su propia placa" y, a nivel climática "es casi más obligación que derecho".