La tecnología se ha colado en las aulas y el uso de libros electrónicos y pizarras digitales ya está bastante extendido en los colegios e institutos de toda España: sin embargo, muchos se preguntan si son realmente útiles en la enseñanza o si se deberían conservar las pizarras tradicionales o los cuadernos de papel. El debate está servido y algunos especialistas señalan que todo ha sido demasiado rápido sin tiempo para evaluar los beneficios o contraindicaciones de estos dispositivos.
"Aquí se introdujo el libro digital, pero duró poco", ha explicado Teresa Vilches, directora del colegio Pintor Antonio López, que habla de un rechazo mayoritario de los padres. "Más o menos el 50% de los padres se quejaban de estas distracciones, de que los alumnos perdían más el tiempo, y finalmente decidimos que retornábamos al libro en papel".
Algunos especialistas sugieren que el interés económico de las empresas tecnológicas ha impulsado esta vertiginosa carrera a la digitalización de la educación sin "una pausa" para valorar realmente si favorece el aprendizaje o por el contrario, lo obstaculiza.
"Detrás de esta digitalización, también hay grandes empresas que han podido disfrutar de una digitalización en dos años, que se podría haber hecho perfectamente en 10, 20 años, de una manera más sosegada y con más profundidad pedagógica. La lectura, uno de los pilares de la educación, es menos eficaz cuando se hace a través de pantallas, en vez de con papel, así lo recoge el informe PISA.
Además, cuando el uso de la tecnología en las aulas es demasiado frecuente, el desempeño en matemáticas y ciencia cae. En este colegio, educación más experimental con pocos dispositivos digitales. Las pizarras digitales sobre el papel y haciendo un análisis son una herramienta útil, o parecían una herramienta útil. Facilitó un aprendizaje infinitamente más significativo. No. Algunos expertos apuestan por apartar por completo a los alumnos del ámbito digital. Hay una línea roja que las tecnológicas no deberían cruzar.
Y esta línea es la puerta que lleva la aula. Los niños se embotan ante los estímulos continuos y el exceso de información. Entonces se adurmece el deseo de conocer, el asombro.
En España, el 60% de las aulas están digitalizadas, pero los resultados educativos de los últimos años, recogidos en el informe PISA, no mejoran.
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