En una nueva junta clandestina en el búnker, los montepinarianos vuelven a hablar de qué hacer ante la inminente expropiación de sus pisos. Bruno propone quedarse allí y resistir, pero eso no les parece a la mayoría una buena opción.
Raquel pregunta a las Morcillo si habían avanzado en la investigación a doña Fina, pero les cuentan que no han conseguido nada, ninguna prueba.
Como no tienen dinero para pagar a un detective privado, Amador propone sus servicios a la comunidad. Tienen que seguir al moroso. Y solo lo puede hacer una persona, el Detective León.
Con la ayuda de su benjamín, Ojos de Pollo, Amador se disfraza y se cuela en el restaurante donde Germán Palomares tiene una reunión con un constructor. Solo tiene que grabar su conversación, y así podrían demostrar que le están pagando una comisión millonaria…