Chelo García-Cortés y María Patiño fueron las cocineras en el tercer programa de ‘La última cena’. El primer plato no triunfó especialmente porque Chelo no logró hacer la pasta fresca y había muy poca cantidad, además de estar bastante dura. Cuando se dispuso a presentarlo ante todos los comensales, acabó derrumbándose.
El plato estaba inspirado en una receta de pasta que hacía el padre de Chelo cuando ella era joven. La colaboradora quería hacerle un homenaje, por lo que en el pantallón apareció una bonita fotografía de Chelo y su padre el día de la comunión. Aquí fue cuando Chelo se derrumbó: “Mi padre me crio. Él cocinaba de maravilla y yo no tenía ganas de aprender”, empezó contando.
Luego Chelo contó lo que ocurrió el día de su comunión y que la hizo emocionarse mucho: “Mi madre salió del psiquiátrico para ver la comunión. Estaba medicada totalmente. Mi padre hizo de padre, de madre, de todo”.
La opinión de Jorge Javier Vázquez sobre los macarrones fue tajante: “Esto no es pasta, es un trozo de piedra con un poco de queso. Bueno no está”.
María Patiño se encargó de este plato, que gustó mucho a los comensales (como dejaron claro en las notas que concedieron al final del programa). “Siempre en mi tierra se hace con patatas gallegas, pero nos hemos adaptado al menú de los chefs y lo hemos hecho con puré de patatas”, explicó la cocinera.
El postre era una creación de la chef Begoña Rodrigo, pero el resultado no fue el esperado. Aun así, gustó.