Llenar la cesta de la compra es cada día más caro y supone todo un reto para las familias a día de hoy. Además, las tácticas que utilizan los supermercados para evitar que les afecte la inflación afectan de lleno a sus consumidores.
Este fenómeno muy común y repetido durante periodos de elevada inflación es la reduflación. Consiste en una estrategia enfocada en reducir el contenido de algunos productos en peso o cantidad, en lugar de aumentar su precio de venta. De este modo, pasa completamente desapercibido para el consumidor, que recibe menos por el mismo precio.
Ahora, el gobierno de Sánchez anuncia medidas y plantea obligar a las empresas a informar a los consumidores de manera clara y visible sobre cambios.
'La mirada crítica' ha analizado la reduflación de algunos productos como el arroz, la leche o la pasta. Antes, el paquete de pasta contenía 500 gramos, ahora, aunque el envase es el mismo, contiene 450 gramos y su precio no ha bajado.
La cantidad que contienen las latas de sardinas también ha disminuido. Mientras que antes contenían entre cinco y seis piezas, ahora en su interior tan solo hay cuatro.
La leche es uno de los productos con mayor reduflación. Algunas marcas cuyos envases antes contenían un litro, ahora la cantidad que viene dentro es de tan solo 900 mililitros.
Donde es muy sencillo comprobar esta bajada de la cantidad por el mismo precio es el pan de molde. Si antes había en el interior del paquete 20 rebanadas, ahora solamente encontramos 18 y pagamos lo mismo por el paquete.
La reduflación se populariza en tiempos de elevada inflación y aumento del coste de la vida. Para los fabricantes, estas contracciones interesadas les permiten aumentar el margen de beneficio de manera significativa, sin asumir pérdidas de competitividad y el coste asociado en términos de imagen de marca. Con frecuencia, todo ello implica un incremento notorio del precio.
Para protegerse ante este fenómeno no hay nada mejor que el sentido común, es decir, que el consumidor compruebe de primera mano qué está comprando y cuánto está pagando por el producto en cuestión.
La reduflación es un arma de doble filo. Puede generar réditos económicos a corto plazo, especialmente en periodos de alta inflación en el que la alta inflación repercute tanto en la subida de precios como en el cambio de composición de los productos. Si el consumidor percibe que se ha recurrido a la reduflación, perderá la confianza en la marca y buscará alternativas, ya que se siente completamente engañado.