Adrián y Naomi comenzaron la aventura en ‘La isla de las tentaciones’ con el objetivo de fortalecer su relación. Ella quería poner fin a sus dudas sobre él y él estaba dispuesto a demostrarle que podía confiar en su palabra.
Pero todos sus intentos se han visto truncados. Adrián cayó en la tentación con Keyla y, cuando Naomi lo vio con sus propios ojos en la hoguera también lo hizo con Napoli. Ambos han sido infieles y ambos también mantienen ahora un mal rollo con sus tentadores favoritos.
Durante una nueva noche de fiesta en Villa Playa, Keyla se acercaba a Adrián para decirle algo en tono bastante serio: “Por cierto, ¿en qué momento fuiste tú el que me pidió espacio a mí? Yo escuché que tú le dijiste a Sandra que me habías pedido espacio”.
Por su parte, él negaba que eso fuera cierto: “No ha sido así para nada”, decía mientras buscaba el apoyo de Alejandro. Su compañero trataba de echarle un cable: “Yo tampoco lo he entendido así, de verdad”.
“Escuchamos mal nosotras”, les respondía Keyla, asegurándoles que lo habían escuchado absolutamente todo. Adrián se mantiene en que lo que ha ocurrido es que han sacado diferentes frases de contexto y se lamenta por la situación: “Estoy preocupado porque veo a Keyla distante”.
Pasado un rato, el novio de Naomi no se había quedado conforme y le pedía a Keyla un momento a solas: “Quiero que hables y que te expreses”. Y, antes de que ella comenzara la conversación, él se encargaba de transmitirle lo que él sentía: “Eres mi apoyo más fuerte aquí. No me puedo permitir perderte. Lo único que quiero que sientas es que esto es real. Es el inicio, no el final”.
Pero ella no acercaba posturas y él terminaba desahogándose con el equipo del programa: “Creo que mis pájaras mentales están haciendo daño a Keyla y eso no es justo”.
Por su parte, Naomi parece vivir algo parecido con Napoli en Villa Paraíso. Jugaban a bailarse unos a otros en la silla y a la novia de Adrián le tocaba ser quien se sentase para ser seducida. Napoli no aparecía en escena para hacer el juego con ella, y ella se ofendía y se negaba a hacerlo al contrario.
“No me tienes que obligar a mí”, le decía el italiano. Ella automáticamente ponía rumbo a su habitación y, aunque el resto de habitantes de la villa le sugerían a Napoli que subiera a ver qué le ocurría, él se negaba: “La conozco, ahora mismo sé que no pasa nada”.
Pero vaya que si pasaba. “Estoy sintiendo que Napoli no es un apoyo porque no ha venido ni a preguntarme cómo estoy”, se desahogaba Naomi con el equipo.
A la mañana siguiente y tras haber meditado lo que había ocurrido y cómo se había sentido, Naomi se decidía a hablar con el soltero: “Anoche… ¿No podías preguntar si estaba bien o si estaba mal?”.
“Tú te fuiste a tu bola”, se justificaba él. Pero, sorpresa, ese argumento a ella no le servía: “Todas las chicas con su soltero sienten un apoyo y yo no. Porque yo ayer estaba mal. Me gustaría tener un chico que también fuera un apoyo”.