La pandemia del coronavirus ha aumentado el número de pacientes con trastornos de la conducta alimentaria
La pandemia ha provocado que se agrave la situación de los afectados por los llamados TCA
Los expertos advierten que en 1 de cada 4 casos se pueden convertir en una patología crónica
Alertan de que en un 60% de los casos los pacientes tienen tendencia a la recaída
La pandemia del coronavirus está causando estragos y problemas a todos los niveles. También en lo que se refiere a nuestra alimentación, porque según han avisado expertos de la Clínica López Ibor, la emergencia sanitaria ha provocado el aumento del número de pacientes con trastorno de la conducta alimentaria.
Concretamente, aludiendo a datos de la Fundación Fita y de la Asociación Española para el estudio de los trastornos de la Conducta Alimentaria, los expertos recuerdan que estos problemas suelen cursar por episodios, y en uno de cada cuatro casos se pueden convertir en una patología crónica y en un 60 por ciento de los casos los pacientes tienen tendencia a la recaída.
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Además, señalan, estos pacientes pueden presentar otras patologías psiquiátricas asociadas, como por ejemplo, depresión, ansiedad, trastornos de personalidad o abusos de drogas. La anorexia nerviosa y la bulimia son los TCA más frecuentes en la adolescencia, mientras que la prevalencia de los trastornos por atracón es superior en edades adultas y en hombres.
Los trastornos de conducta alimentaria se han agravado
Desde el pasado marzo, con el coronavirus en pleno apogeo, estas situaciones se han agravado, razón por la cual, alertan los expertos, "el tratamiento y la prevención tienen que tener como objetivo, además del restablecimiento físico, el desarrollo de la autoestima, la gestión de emociones y la creación de una escala de valores lejos de los estereotipos", ha explicado el psiquiatra especializado en Trastornos de Conducta Alimentaria de la Clínica López Ibor, Guillermo Pardo.
En este sentido, apuntan, el tratamiento de los trastornos de conducta alimentaria debe ser multidisciplinar. Es importante, señalan, realizar planes individualizados que se adapten a la situación física y motivacional de cada paciente, así como también a su psicopatología.
En este sentido, la supervisión es clave a medida que el paciente avanza por las fases del proceso terapeútico.