Ahí nació la leyenda de Camarón de la Isla y ha sido el templo por el que han pasado gran parte de las figuras más destacadas del flamenco, pero pese a que no cierra, Venta de Vargas ha anunciado que está a la venta. Cualquiera que haya pisado San Fernando sabe que no es un restaurante al uso, es prácticamente una parada obligatoria si se pasa por Cádiz con sus más de 100 años de historia a sus espaldas.
Fue en 1937 cuando la primera generación de la familia empezó con la gestión del restaurante como Venta de Vargas, ya que hay constancia de que el local existía desde 1921, pero con el nombre de Venta Eritaña.
Su fama empezó a ascender gracias a los guisos de Catalina Pérez y de María Jesús Picardo, además de crear la tortillita de camarones que lleva décadas encandilando paladares. Pero no solo de comida se ha creado la leyenda, también con sus fiestas y recitales que han protagonizado desde Camarón de la Isla y Manolo Caracol hasta Niña Pastori o Sara Baras.
Venta de Vargas sigue funcionando a pleno rendimiento, pero tras cuatro generaciones de la familia Picardo encargándose del negocio, no hay una nueva venidera que quiera ocuparse del restaurante. Eso es lo que Lolo y su prima Inma, representantes de las dos ramas de la familia, han confirmado al Diario de Cádiz, dejando claro que no tienen prisa en venderlo y que no lo harán a cualquier precio, ya que buscan a alguien que esté dispuesto a pagar el valor histórico del negocio y a conservar su esencia y legado. “Nos va a doler”, reconocen.
Ya hay más de un interesado, pero la familia no lleva la venta, sino que le han dado la exclusiva del proceso a ORL Inmobiliaria, que cuenta con toda la información y las condiciones. También dejan claro que no se vende solo la propiedad como tal, sino que buscan a alguien dispuesto a continuar con la leyenda y que se encargue de Venta de Vargas como marca registrada que es y que, si se desea, se puede franquiciar.
No ha sido una decisión fácil para la familia, que además de llevar el negocio se han criado entre esas paredes y fogones, sino que lo han meditado durante un tiempo, sobre todo cuando murió repentinamente Pepe Nieto, uno de sus camareros de toda la vida. “Nos hizo pensar sobre si nos pasaba eso a nosotros. De nuestros hijos no hay ninguno que haya querido seguir con la carrera hostelera”, cuenta Lolo al medio gaditano sobre el punto de inflexión que les hizo comenzar a pensar seriamente en la venta del negocio.
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