Todos entramos en el supermercado y, por lo general, vamos directos a esos productos de confianza que llevan tiempo ocupando un hueco honorable en nuestras despensas y neveras. Eso sí, siempre hay espacio para innovar con eso que nos llama la atención cuando vamos por los pasillos empujando el carrito. Ahora bien, ¿eso que leemos en su envase es cierto? No siempre, por eso hay que saber leer bien las etiquetas de todos y cada uno de los productos para conocer con exactitud qué metemos en la cesta de la compra y nos llevamos a casa.
De eso sabe mucho Laura Caorsi, periodista y editora especializada en alimentación y salud y autora del libro ‘Comida fantástica. Manual de urgencia para aprender a leer los envases alimentarios’. En sus páginas la experta señala cómo una mala interpretación de los envases puede ser perjudicial para nuestra salud y de ahí la importancia de que sepamos leer bien la información. ¿En qué hay que fijarse? ¿Dónde cometemos más errores? Caorsi nos da las claves para hacer una mejor compra en la próxima visita al super.
¿En qué información nos tenemos que fijar para leer bien la etiqueta de un producto?
Lo primero es darle la vuelta al envase, ya que la información de valor casi nunca está en la parte frontal. Una vez hecho esto, hay que buscar tres elementos fundamentales: el nombre real del producto, la lista de ingredientes y la tabla de información nutricional. El nombre real nos cuenta qué es el producto que tenemos en las manos. La lista de ingredientes nos da una idea de cómo está construido, ya que los elementos se ordenan de mayor a menor. Y la información nutricional nos permite conocer las cantidades concretas de azúcares, grasas, calorías o sal.
¿En qué fallamos más?
En creer que un producto que presume de vitaminas, minerales o alguna otra bondad nutricional es bueno para la salud. También en pensar que un producto ligero, o reducido en azúcar, grasas o sal, tiene pocas calorías o pocas cantidades de esos nutrientes. Muchas veces nos dejamos llevar por estas declaraciones nutricionales y perdemos de vista al producto en su conjunto. Nos quedamos con la idea que destaca el fabricante en el frontal y olvidamos mirar lo que ha decidido relegar a la parte de atrás.
¿Quedarnos solo con la parte frontal es el mayor error?
Sí. Casi todo lo que vemos allí es publicidad. Si vas a un supermercado y solo atiendes a la parte frontal, acabas comprando fotos retocadas y promesas. La información que nos interesa suele estar en letras pequeñas, en algún lateral o en la parte de atrás. No es tan llamativa, pero es la más valiosa porque es la que mejor nos cuenta cómo es el producto que nos estamos planteando comprar.
En la caja de información nutricional, ¿qué debemos tener en cuenta?
En esta tabla hay que mirar los nutrientes críticos, como el azúcar, las grasas saturadas y la sal. Es bueno recordar que, según la OMS, conviene no consumir más de 25 gramos diarios de azúcares libres ni más de 5 gramos diarios de sal. La tabla de información nutricional es útil cuando la combinamos con la lista de ingredientes. Juntas nos dan una descripción bastante precisa del producto. Muchas veces vamos directos a ver cuántas calorías tiene, pero olvidamos fijarnos de dónde vienen, porque no es lo mismo obtener energía de un puñado de nueces que obtenerla de un producto atiborrado de azúcares y grasas de mala calidad.
¿Son fiables las apps que escanean un producto y nos dicen si son buenos o no?
Eso depende de las aplicaciones, porque no todas son iguales ni utilizan los mismos criterios para calificar los productos. Pero, más allá de esto, el uso de estas aplicaciones nos está contando dos cosas: lo mucho que nos interesa conocer lo que comemos y lo perdidos que nos sentimos ante la comida envasada. Los envases ya ofrecen la información que buscamos. Si la información fuera clara y si supiésemos interpretarla, no necesitaríamos recurrir a estos traductores nutricionales. Así como se puede mejorar la presentación de los datos, se debería impulsar la alfabetización alimentaria de la ciudadanía, de manera generalizada y desde la infancia.
Suscríbete a la newsletter de Gastro y te contamos las noticias en tu mail.