Estamos más que acostumbrados a acudir al supermercado o a nuestra frutería de confianza y llevarnos nuestras frutas favoritas. Cierto es que ahora, en pleno otoño, la variedad en los estantes es mucho más limitada y hay que conformarse con manzanas, peras, kiwis o plátanos hasta volver a esperar un par de meses a que la fruta de verano llegue a los mercados. Esa costumbre que tenemos en España y otros países de nuestro entorno de comer fruta a diario no la hay en otras zonas del planeta, como en Japón, donde la fruta es un bien muy preciado y se le da un uso de lo más curioso.
Que la cesta de la compra ha subido mucho en los últimos años está claro, pero siempre cae alguna fruta en la cesta cuando vamos a hacer la compra, algo que en Japón no es muy recurrente, ya que allí la fruta es una especie de producto de lujo que suele utilizarse como obsequio o regalo para las personas a las que se les tiene aprecio, siendo productos asociados a la población de mayor poder adquisitivo. Una de las costumbres que existe entre la comunidad nipona es la de regalar frutas jugosas, como el melocotón o el caqui, de primera calidad en dos fechas señaladas: cuando llega el verano y cuando llega el invierno.
Todo ello es consecuencia también de la geografía de Japón. En su mayoría el país nipón es una gran isla alargada y estrecha en donde más del 80% de su terreno está ocupado por montañas, por lo que no cuentan con grandes terrenos para la explotación agrícola y en muchas ocasiones son necesarias técnicas específicas o la ayuda de determinada maquinaria para poder sacar adelante los cultivos de frutas, verduras y cereales.
Esto ya de por si encarece su producción, pero también existen muchas explotaciones pequeñas de carácter familiar en donde buscan un aspecto perfecto de las piezas de fruta más allá de lograr también un buen sabor, por lo que su precio sube considerablemente.
Aunque es cierto que existen cultivos de frutas mucho más económicas para el consumo diario, la fruta fresca de temporada se ha convertido en todo un lujo en Japón, donde es tradición regalarla con una estética impoluta. Muchos locales especializados presentan las piezas de fruta perfectas envueltas en pañuelos de seda y metidas en cajas de madera, listas para entregarlas como regalo. Por ejemplo, un solo melón bien presentado en su caja puede llegar a costar más de 150 euros, o un par de fresas más de 30 euros.
Además, en Japón son famosas las subastas en los mercados, que también han llegado al mercado de las frutas. Hace solo unos meses se hacía viral una noticia en España porque en el país asiático se había pagado casi 600 euros por una sola cereza. Esta pieza de la prefectura de Yamagata, al oeste del país, se subastó en un mercado de Tokio por 100.000 yenes, o lo que es lo mismo, 590 euros.
En su caso se trataba de una pieza de la variedad ‘Yamagata Benio’, que destaca frente a otras cerezas por tener un tamaño superior al resto y un rojo mucho más intenso que lo que se acostumbra a ver. Además, cuenta con una pulpa más firme y en boca tiene un sabor menos ácido.
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