En los últimos años, el agua con gas ha dejado de ser una opción poco habitual para, poco a poco, colocarse entre las bebidas más populares para todos aquellos que buscan alternativas saludables y refrescantes a la hora de hidratarse. Su crecimiento responde a una combinación de diferentes factores, que empiezan con sus beneficios potenciales para la salud, y llegan hasta el papel que esta bebida desempeña en las nuevas tendencias sociales y culturales. Eso sí, todavía le queda mucho camino por recorrer, ya que según un informe del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, todavía supone tan solo el 4% del agua embotellada de España
Una de las razones más importantes por las que el agua con gas ha ganado terreno “es la hidratación y el control de la sed, de manera similar a la que se produce con cualquier agua sin gas o del grifo”, tal y como comenta Sofía Pérez-Calahorra, enfermera, nutricionista y profesora en la Universidad de Zaragoza. Sin embargo, sus ventajas no terminan ahí. Su contenido efervescente ayuda a estimular la secreción de jugos gástricos, lo que puede facilitar la digestión y aliviar molestias estomacales. Para muchas personas, las burbujas también generan cierta sensación de saciedad, que puede ser útil para controlar el apetito, especialmente en contextos en los que la reducción de la ingesta calórica es un objetivo.
Además, el agua con gas no contiene azúcares ni calorías, lo que la convierte en una opción más saludable en comparación con los refrescos y bebidas azucaradas que tomamos habitualmente. Cuando se elige esta alternativa de hidratación, se logra disminuir el consumo de azúcares añadidos, lo que contribuye a que tengamos una mejor gestión del peso y la salud metabólica.
También hay que saber que a las personas con riesgo de cálculos renales de base oxálica se les sugiere a largo plazo beber agua con gas embotellada rica en calcio, magnesio y bicarbonato, tal y como informa la Academia española de Nutrición y Dietética.
Sin embargo, no todo son burbujas de alegría. Aunque el agua con gas es generalmente segura, existen algunas desventajas que vale la pena valorar. Una de las preocupaciones más comunes es su impacto en la salud dental. Si bien su nivel de acidez es menor que el de los refrescos, un consumo excesivo podría aumentar el riesgo de erosión del esmalte dental. Por supuesto, si logramos mantener una buena higiene bucal se puede minimizar este posible efecto colateral del consumo de agua con gas.
Por otro lado, algunas personas pueden experimentar molestias gastrointestinales como hinchazón o gases al consumir agua con gas, debido al dióxido de carbono que libera en el estómago. Esto puede ser un aspecto especialmente relevante para quienes padecen síndrome del colon irritable o reflujo gastroesofágico, por lo que se recomienda consultar con un profesional antes de incluirla como un fijo en tu dieta. Además, es importante revisar las etiquetas de las botellas, ya que algunas marcas añaden sodio, lo que podría ser un inconveniente para personas con hipertensión o dietas bajas en sodio.
El aumento del consumo del agua con gas también está relacionado con cambios en los hábitos de consumo. Son cada vez más personas las que buscan alternativas saludables a las bebidas azucaradas, y el agua con gas se ha posicionado como una opción accesible, versátil y sofisticada. Además, la llegada de variedades saborizadas, con ingredientes naturales y sin azúcares añadidos, ha ampliado su atractivo, especialmente para quienes buscan opciones diferentes sin renunciar a la salud.
Otro factor que ha impulsado su popularidad es el auge de la cultura del bienestar. Las redes sociales y el marketing de influencers han jugado un papel crucial en promover el agua con gas como una bebida moderna y chic. Su uso como sustituto del alcohol también ha sido clave, ya que muchas personas la eligen como una alternativa más saludable y socialmente aceptada durante reuniones o celebraciones.
Además, en el mundo globalizado en el que vivimos es importante tener en cuenta que las modas y hábitos de otros países acaban afectando a otras naciones. Este es también el caso del agua con gas, que ha tenido una penetración y aceptación mucho mayor desde hace tiempo en países como Alemania o Reino Unido, siendo estos los territorios que más turistas ‘envían’ cada año dentro de nuestras fronteras.
La respuesta depende de tus necesidades y preferencias personales. Para aquellos que buscan una bebida saludable, sin calorías y con un toque de efervescencia, el agua con gas puede ser un gran ‘fichaje’. Sin embargo, es importante moderar su consumo y estar atento como responde nuestro cuerpo tras su ingesta, especialmente si tienes condiciones médicas específicas.
Si decides probarla, busca marcas que utilicen agua mineral natural y evita aquellas con sodio añadido u otros ingredientes artificiales. Consumirla de forma ocasional o como sustituto de bebidas menos saludables puede ser una forma sencilla de mejorar tus hábitos de consumo.
Por otra parte, en un contexto donde el consumo consciente está ganando adeptos, el agua con gas ha encontrado su lugar como un posible sustituto para el alcohol. Su versatilidad permite combinarla con cítricos o hierbas, creando bebidas sofisticadas sin los efectos negativos del alcohol. Además, su carácter refrescante y neutro la convierte en una opción atractiva para acompañar comidas o simplemente disfrutar en cualquier momento del día.
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