Los actuales reyes don Felipe y doña Letizia celebraban su boda Real el 22 de mayo de 2004 en la Catedral de la Almudena de Madrid, solo 8 días después de acudir al enlace del príncipe Federico y Mary Donaldson en Dinamarca. Un acontecimiento significativo en la Casa Real española en el que la novia lució un elegantísimo vestido de Pertegaz, una pieza única, y que contó con la presencia de royals de todo el mundo.
Para muchos, Letizia Ortiz se convirtió en una especie de Cenicienta, ya que se trataba de una mujer normas sin sangre azul. Su espontaneidad enamoró a muchos, aunque también se conviritió en centro de críticas para muchos.
Carmen Calvo, exvicepresidenta del Gobierno y una de las invitadas al enlace real, ha explicado cómo vio a doña Letizia en su gran día: "La vi muy pequeña, pero no en el sentido físico... como abrumada".
El anuncio de compromiso, el anuncio de boda del heredero con una plebeya (además, divorciada) , cambió para siempre la imagen de la Corona española.
Letizia lucía la tiara con la que se casó la reina Sofía, de estilo imperio, en platino y diamantes. El traje de novia, diseñado por Manuel Pertegaz, era de color blanco, manga larga, ceñido al talle, escote en pico con cuello en forma de corola, falda amplia y cola de 4,5 metros bordada con motivos heráldicos. El manto nupcial fue un regalo del Príncipe a doña Letizia; con forma triangular, de tres metros de largo por dos de ancho, de tul de seda natural en color blanco marfil con roleos y guirnaldas bordadas a mano, que mezclaban la flor de lis y la espiga. Los zapatos obra y creación de la diseñadora ilicitana Pura López.