Los profesionales sanitarios llevan un año en primera fila, al pie del cañón y acompañando a enfermos afectados por el coronavirus en sus momentos más duros. Son varios los que han hablado para ‘Erguidos frente a todo’ y coinciden en lo mismo: la dureza de la soledad.
La covid-19 no solo nos ha hecho dejar a un lado los abrazos y los besos. También ha sido un impedimento para acompañar a nuestros enfermos en su dura lucha contra el coronavirus o incluso, estar junto a ellos en el ritual de despedida.
De eso han querido hablar varios profesionales de la sanidad en ‘Erguidos frente a todo’, de esa “sensación soledad” que tenían los pacientes en las habitaciones de los hospitales durante la época del confinamiento.
“Procurábamos sacar algún chascarrillo o decirles algo”, decía una de las enfermeras, que no podía evitar romperse al recordar a los pacientes que pasaron solos los momentos más duros de su enfermedad: “Lo pasábamos muy mal por ellos, porque la gente se sentía muy sola”.
“Entrábamos en las habitaciones para darles la mano, por el hecho de saber que se podía morir esa persona. Es duro irte a casa pensando que has dado la mano a dos o tres personas para que no se fueran solas. Acompañar a alguien en la muerte es duro”, decía otra profesional.
“Uno espera no morirse solo”, decía uno de los doctores que ha hablado para el programa, quien tampoco podía evitar romperse al recordar el episodio que vivió cuando tuvo que avisar a un hijo de que acababa de morir su padre.
“Cuando le llamé, rompió a llorar e intenté consolarle. Él me dijo que lloraba porque hacía cinco días que había despedido también a su madre, que murió de lo mismo y también sola. Fue terrible”, decía el doctor sin poder evitar romper a llorar.