Desde que Gaspar confesara ante la jueza que creía saber dónde podían estar los restos de Jesús María González, multitud de agentes se desplazaron hasta la zona señalada para comprobar si su testimonio era cierta.
El sitio que marcó era una finca ubicada en el municipio de Manzanares, en Ciudad Real, en la que había una serie de pozos que los perros especializados marcaron como posibles positivos. Desde entonces, los agentes han estado trabajando para averiguar qué había en el interior de dicho pozo.
El pozo en el que finalmente han sido hallado los restos mide apenas 40 centímetros de diámetro y tiene una profundidad de 80 metros. Esto hacía imposible que alguien pudiera entrar en él.
Por eso primero introdujeron una cámara con la que pudieron comprobar que en el fondo habría unas bolsas. Sabiendo esto, se tuvieron que construir unas piezas específicas basadas en un mecanismo con pinzas que permitieran la extracción de las bolsas sin poner en riesgo su interior, ya que eso podría suponer la destrucción de pruebas importantes para la investigación.
Tras varios intentos en los que las condiciones meteorológicas no han jugado a favor de los investigadores, en la noche de ayer, 6 de junio, los agentes consiguieron extraer lo que llevaban días buscando. Se trataba de un hueso, en concreto un húmero, que ya se ha confirmado que pertenece a la víctima
Ahora los investigadores siguen trabajando en la búsqueda y extracción de más huesos. Lo hacen siempre en presencia de Antonio Caba, que tendrá que explicar cómo introdujo el cuerpo en una cavidad de esas dimensiones.