Hace algunas semanas, la vida de Santiago cambió por completo. Su nuera, Oriana, y su nieta, Luna, llegaron por sorpresa y, ante la petición de su hijo, él tomó la decisión de acogerlas en su casa. Desde entonces, han convivido adaptándose los unos a los otros.
Los inicios no fueron idóneos. Tras su llegada, el inspector decidió pedir información sobre ella. Cuando recibió todos los datos sobre la novia de su hijo, pudo comprobar que la historia que ella le había contado nada tenía que ver con la realidad. No obstante, y tras una conversación con ella, Santiago decidió darle una oportunidad.
Pero, con el paso de los días, las dudas no dejan de invadirle. Tanto, que termina tomando una importante decisión. Con un pañal, Santiago hace un encargo a una compañera: “Necesito que me analices el ADN de esta muestra”.
“Esto no es profesional, esto es personal”, le explica. “¿Quieres que lo pase a laboratorio para que contrasten tu ADN con el de la niña?”, le responde ella. Su respuesta es rotundamente afirmativa.
Horas más tarde, Santiago se dirige a casa de Carmen para mantener un rato de charla. El inspector aprovecha dicho encuentro para contarle la novedad: “Tengo una nieta, al menos eso creo”.
Carmen le pide que le cuente todo con detalles y él le confiesa que está a la espera de los resultados de una prueba de ADN: “Me fío de ella cuando las tengo delante, pero cuando lo pienso en frío no tanto. Y si quieres que te diga la verdad… Me gusta encontrarlas en casa cuando llego. Pero necesito tener esa certeza”.