Una nueva desaparición cae en manos del equipo de Santiago Abad. Tras haber denunciado la desaparición de su madre, Ricky acude también a Carmen en busca de auxilio. Y, aunque fue el culpable de la desaparición de su hijo Pablo, ella termina sobreponiéndose a su rencor y prestándole toda su ayuda.
Se trata de Teresa Caballero, una mujer de 43 años. Politoxicómana, detenida en varias ocasiones, todas ellas por cosas sin importancia. Se libró de una condena por adulterar una heroína que se llevó por delante a varios drogadictos. Ejercía la prostitución de manera temporal en la calle, sin chulo conocido.
Sebas ha sido el encargado del caso. Cada uno de sus movimientos en la investigación le ha llevado hasta ella. Tras hablar con su última pareja, pudo llegar hasta el lugar en el que se prostituía y donde todos la conocían.
Fue allí donde pudo encajar todas las piezas. Un abrigo manchado de sangre fue el elemento que le dirigió definitivamente hasta ella: “Me lo ha dado la Tere”, le decía un toxicómano que después le confirmaba que sabía dónde se encontraba.
Tras seguirle durante unos minutos, llegaban al punto exacto: “Es aquí, aquí dentro”, le decía señalando un túnel que tenía la entrada totalmente bloqueada con basura. “Yo no entro, ahí huele que apesta, ahí huele fatal”, decía mientras salía huyendo.
Sebas no se lo pensaba dos veces y accedía. Allí, al fondo del todo, localizaba a Teresa y daba el aviso. Cuando Carmen recibía la llamada, justo se encontraba con Ricky: “Me han llamado de la Unidad de Desaparecidos, quieren hablar contigo”.