La Unidad de Estupefacientes tomó la decisión de anunciar en televisión la falsa muerte de Berta. El motivo: poder retomar con éxito su misión con la reunión narcotraficantes. Pero todo esto iba a traer consecuencias consigo.
La primera, el suicidio de la madre de la joven. “Acaban de llamar del psiquiátrico, la madre de Berta se ha suicidado”, así se lo ha anunciado Santiago Abad a sus compañeros. “Ha dejado una nota: para ella, sin su hija, la vida no tiene sentido”.
Y, mientras el inspector les daba la noticia, Román, el padre de Lidia, llegaba a comisaría. Esta vez más nervioso que nunca y poniendo el grito en el cielo. Al entrar en el despacho de Santiago, ha perdido los papeles como nunca antes.
“No entiendo cómo puedes seguir ahí sentado en vez de ir a casa de ese cabr**, ponerlo todo patas arriba y encontrar a mi hija”, le ha reprochado. El inspector le ha explicado la situación y le ha pedido una dosis de paciencia: “Tengo las manos atadas, te juro que estamos haciendo todo lo que podemos”.
Pero a Román nada le sirve. Abad le aconseja que tenga cuidado con Reyes, quien ya le ha interpuesto una denuncia tras hablar sobre él en los medios, pero todo le es indiferente: “Me la suda todo. Mi hija no va a ser un p*** daño colateral de su p*** operación. Mi hija importa. Si le pasa algo, yo no voy a desaparecer, antes de eso me llevo a alguien por delante”.