Kaile, una chica de 20 años, fue presuntamente asesinada en Pamplona por el okupa que vivía en su vivienda la madrugada del 9 de octubre. El padre de la joven había denunciado al acusado en cuatro ocasiones, la última, dos días antes de la tragedia. El okupa tenía antecedentes y estaba a la espera de juicio por una agresión sexual. Además, en mayo fue condenado a cuatro meses de prisión por amenazar a dos agentes en la oficina de extranjería de la capital navarra. En 'Vamos a ver', entrevistamos al padre de la víctima, quien está abrumado por la situación tras haber hecho todo lo posible para evitar aquella dolorosa situación.
La niña murió apuñalada. El okupa destrozó la puerta que ella cerraba con pestillo, pero no lo escuchó porque estaba con cascos. Cuando la policía llegó al lugar, detuvo al presunto agresor, un chico de 27 años de origen magrebí. Días antes, el padre de la victima le había denunciado e incluso había pedido una orden de alejamiento: "Yo ya le había denunciado, y mi pareja un día después, y el martes 8 de octubre, no nos atendieron". "Yo la veía mal, estaba triste; le dije que se fuese a casa, pero a ella le gustaba su independencia", ha explicado Isidro.
Cuando Isidro se enteró de la muerte de su hija, se dio cuenta de que el presunto asesino le había llamado: "Tenía tres llamadas suyas sobre la 1 de la madrugada y una hora antes de lo ocurrido, me había enviado unos chantajes". "Yo tenía el móvil en silencio porque me despierto sobre las 7 de la mañana y no lo vi", ha añadido. Cuando se dio cuenta de las llamadas, Isidro se levantó corriendo y, al llegar al lugar, vio a su hija en muy mal estado: "Estaba mi hija fuera, en un charco de sangre... y se la llevaba la ambulancia". "Pregunté y me dijeron que había sido apuñalada... pensé que había sido en la tripa, pensaba que se podía salvar, y cuando llegué al hospital, ya había fallecido", ha declarado con lágrimas en los ojos.
"Cuando más miedo me dio fue cuando un policía nacional me dijo que esa persona tenía problemas psicológicos", ha explicado Isidro, recordando lo que sufrió. También ha contado que él pensaba que, si la policía no hubiese llegado, habría sido mucho peor: "Yo creo que iba a matar a los demás; primero mató a mi hija y se quedó dentro como si no hubiera pasado nada, menos mal que llegó la policía".
Cuando sintió miedo de verdad, a Isidro le surgió la idea de cambiar el bombín, un dispositivo metálico que acciona la cerradura, pero fue detenido por coacción: "Me detuvieron porque se suponía que el hombre vivía en la casa. Creo que si hubiesen conocido los antecedentes, como la presunta agresión sexual, no me habrían llevado a mí".