'Vamos a ver' se desplaza hasta Córdoba para mostrar las imágenes del último adiós que amigos y familiares de Álvaro Prieto le han dado durante la celebración de su funeral en la iglesia de la Trinidad.
Un silencio que podía traspasar la pantalla. La reportera, desde la iglesia de la Trinidad de Córdoba, muestra cómo "centeneares de personas se han agolpado en la puerta de la parroquia" para seguir el funeral del joven Álvaro Prieto. Una mañana marcada por la tragedia, las lágrimas de sus seres queridos y cómo se han despedido de un chico que tenía toda la vida por delante.
La periodista explica que el funeral "estaba previsto que empezara a las 10:30 horas" y que todo arrancó con la llegada del coche fúnebre, "que ha ido acompañado por otros dos vehículos repletos de coronas de flores" en honor a Álvaro Prieto. Tras esto, la reportera cuenta que la "gente no cabe en la iglesia, han venido amigos, compañeros del equipo de fútbol del Córdoba, los familiares más íntimos de Álvaro...".
Una de las imágenes más impactantes llegó cuando el coche fúnebre llegó a la plaza, enfrente de la iglesia, se paró ante la gran puerta y acudieron todos sus amigos y compañeros del equipo de fútbol hasta el maletero. Allí, visiblemente emocionados y con el gesto serio, los jóvenes cogieron el féretro de su amigo fallecido y entre el sonido de la campana y la lluvia portaron el ataúd de Álvaro Prieto hasta el interior de la parroquia.
La muerte de Álvaro Prieto ha conmocionado a todo el país, unos cuatro días de búsqueda angustiosa hasta que se confirmó la peor de las noticias: encontraron el cuerpo sin vida del joven en el hueco existente entre dos vagones de tren.
Los forenses confirmaron que el joven había fallecido electrocutado y las cámaras de seguridad de una gasolinera cercana a la estación de tren de Sevilla captaron a Álvaro Prieto con vida sobre uno de los techos de un vagón. En ese lugar, se habría electrocutado con la catenaria del ferrocarril, habría permanecidò muerto en el tejado del tren y a los cuatro días, al volver a ponerse en marcha, el cuerpo se habría deslizado con el movimiento del tren hasta caer al hueco existente entre vagones.